Intérprete: Real de Catorce.
Disco: Voces interiores.
Pago mi renta con un poco de blues.
Navío de noche trae el amor a mis brazos.
Suena el piano sobre tablas de nogal.
El bar se esfuma en dos compases.
Música de antiguos amigos anclados al mundo por un trago de ron.
Pago mi renta con un poco de blues.
Derrumbada en mi cama,
tu marea de carne es eterna,
hada alcohólica bañada por la luna de tus treinta y tres.
Tus rasguños en mi rostro son palabras de un poema limpio,
limpio como el cielo de tus ojos.
Pago mi renta con monedas de mi alma abaratada,
de mi alma recargada en los muros de un sueño,
de mi alma de música hambrienta,
perdida en el corazón de taciturnos bebedores,
de mi alma encarnada en un polvoso escenario.
Amor, debemos cruzar los puentes ardiendo,
las negras ciudades selladas con nuestros dulces espíritus,
ansiando la paz de otro mundo,
reunidos en la antesala del infierno,
¡fumando y riéndonos!,
¡fumando y riéndonos!,
pisando colillas de entusiasmo,
amor, tú y yo intensos,
¡nos hemos desgarrado por un poco de blues!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!,
¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!,
¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡Sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!,
¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!
Navío de noche trae el amor a mis brazos.
Suena el piano sobre tablas de nogal.
El bar se esfuma en dos compases.
Música de antiguos amigos anclados al mundo por un trago de ron.
Pago mi renta con un poco de blues.
Derrumbada en mi cama,
tu marea de carne es eterna,
hada alcohólica bañada por la luna de tus treinta y tres.
Tus rasguños en mi rostro son palabras de un poema limpio,
limpio como el cielo de tus ojos.
Pago mi renta con monedas de mi alma abaratada,
de mi alma recargada en los muros de un sueño,
de mi alma de música hambrienta,
perdida en el corazón de taciturnos bebedores,
de mi alma encarnada en un polvoso escenario.
Amor, debemos cruzar los puentes ardiendo,
las negras ciudades selladas con nuestros dulces espíritus,
ansiando la paz de otro mundo,
reunidos en la antesala del infierno,
¡fumando y riéndonos!,
¡fumando y riéndonos!,
pisando colillas de entusiasmo,
amor, tú y yo intensos,
¡nos hemos desgarrado por un poco de blues!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!,
¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!,
¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no dejamos!, ¡no!
¡No dejamos nada al Señor!
¡No dejamos nada al Señor!
¡Sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!,
¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!
Real de Catorce no sólo es el mejor grupo de blues en México: me parece que es el único realmente bueno, pues, para ser sincero, creo que en general los grupos nacionales de este género dejan mucho que desear (hablo de grupos, no de solistas, porque ahí sí que se destacan grandes intérpretes, como Betsy Pecanins y Nina Galindo). Si bien el grupo ha explorado otros terrenos, como la balada-rock en Polvo en los ojos, el boogie en Pájaro loco, el rock’n’roll en Halcón, y hasta un malogrado rap en Voces interiores, lo que más los distingue es el blues clásico, pero enriquecido con búsquedas renovadoras, como la ya analizada Paria’s blues, La medicina o su gran éxito Azul (un blues en tono menor). Otro ejemplo de ello es Pago mi renta con un poco de blues. En este caso, se trata más bien de un poema recitado sobre un blues desgarrador en tono menor. La letra es un regodeo sobre las condiciones adversas de la vida de un bluesman urbano mexicano, en realidad una especie muy poco común, pero al fin y al cabo el arte se permite toda ficción. José Cruz suele hacer canciones con cierta mitología personal, llena de personajes, situaciones y objetos un tanto exóticos, como “cigarrillos morados traídos de la vieja Persia”, “cálidas carnes de una mujer fenicia” o “piano sobre tablas de nogal”. Hay mucho de exageración en esto, pero cada elemento no es más que un pretexto retórico, poético, literario, al estilo del Modernismo de Rubén Darío, Gutiérrez Nájera, el Martí más experimental o Valle-Inclán (José Cruz mismo parece un Marqués de Bradomín actualizado). Sólo que en lugar de hadas, cisnes y mujeres indígenas despampanantes, la mitología exótica de Cruz es maldita, oscura, de lupanar, de billar, de piojoso escenario, callejón y zona prohibida. Se ha señalado la gran influencia de los poetas malditos, como Artaud, Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire y aun Bukowski en sus letras. Me parece que, como en todo gran artista, hay una mezcla de estas y seguramente muchas otras influencias.
En Pago mi renta con un poco de blues, a la manera de Hambre de Knut Hamsun, Real de Catorce desglosa la miseria, la vida marginal del artista, en este caso del músico de blues, su inadaptación, su vida de paria rodeado de amigos parias, mujeres parias, vidas de parias, desgarrándose noche a noche en un solo de armónica, en una guitarra eléctrica desvencijada, entre humo, sudor, medias corridas, bilé, licor barato. Las canciones sobre el mismo tema abundan en sus discos, pero cada una recurre a formas diferentes. En este caso, una declamación insólita, muy cargada, casi raída de melancolía. Que toda la pieza se desenrede bajo ese recurso resulta muy novedoso, casi refrescante, de no ser porque ese adjetivo es casi lumínico al lado del contenido de la canción. Más bien habría que decir que su atmósfera densa, espesa y doliente es el gran mérito de esta rola.
Pero todo esto no podría ser así sin la melodía, sin este arreglo sin par, basado en una figura de armónica extraordinaria, tocada como sólo José Cruz ha logrado en el rock mexicano. Cruz ha llevado el instrumento, generalmente limitado, elemental, a extremos insospechados. Muy pocas veces la armónica ha sido el instrumento que lleva el peso de una melodía fija y compleja como en Pago mi renta con un poco de blues; generalmente ese privilegio lo tiene la guitarra eléctrica o el sax. Y en tono menor, bastante más difícil para las limitaciones melódicas del instrumento, menos. Es realmente un hallazgo, un privilegio escuchar una ejecución tan brillante, tan limpia, tan impactante. José Cruz demuestra que la armónica de blues (no las enormes y con botón, que sí poseen todas las notas) puede equipararse al sax o a la guitarra misma si se sabe tocar bien, si se le sabe sacar todo su potencial. Estamos ante una de las mejores piezas de blues jamás grabadas en México. La atmósfera que ese solo crea no tiene competencia en la historia del rock nacional. Por si fuera poco, los solos de guitarra y bajo enriquecen aún más la canción, y ese crescendo del “¡sí!” en la voz final lleva a un clímax, que luego desemboca en la catarsis plena del solo de armónica nuevamente.
Esta rola es deleite puro, rotura de alma, desgarro, y después exhalación de alivio. Una genialidad.
En Pago mi renta con un poco de blues, a la manera de Hambre de Knut Hamsun, Real de Catorce desglosa la miseria, la vida marginal del artista, en este caso del músico de blues, su inadaptación, su vida de paria rodeado de amigos parias, mujeres parias, vidas de parias, desgarrándose noche a noche en un solo de armónica, en una guitarra eléctrica desvencijada, entre humo, sudor, medias corridas, bilé, licor barato. Las canciones sobre el mismo tema abundan en sus discos, pero cada una recurre a formas diferentes. En este caso, una declamación insólita, muy cargada, casi raída de melancolía. Que toda la pieza se desenrede bajo ese recurso resulta muy novedoso, casi refrescante, de no ser porque ese adjetivo es casi lumínico al lado del contenido de la canción. Más bien habría que decir que su atmósfera densa, espesa y doliente es el gran mérito de esta rola.
Pero todo esto no podría ser así sin la melodía, sin este arreglo sin par, basado en una figura de armónica extraordinaria, tocada como sólo José Cruz ha logrado en el rock mexicano. Cruz ha llevado el instrumento, generalmente limitado, elemental, a extremos insospechados. Muy pocas veces la armónica ha sido el instrumento que lleva el peso de una melodía fija y compleja como en Pago mi renta con un poco de blues; generalmente ese privilegio lo tiene la guitarra eléctrica o el sax. Y en tono menor, bastante más difícil para las limitaciones melódicas del instrumento, menos. Es realmente un hallazgo, un privilegio escuchar una ejecución tan brillante, tan limpia, tan impactante. José Cruz demuestra que la armónica de blues (no las enormes y con botón, que sí poseen todas las notas) puede equipararse al sax o a la guitarra misma si se sabe tocar bien, si se le sabe sacar todo su potencial. Estamos ante una de las mejores piezas de blues jamás grabadas en México. La atmósfera que ese solo crea no tiene competencia en la historia del rock nacional. Por si fuera poco, los solos de guitarra y bajo enriquecen aún más la canción, y ese crescendo del “¡sí!” en la voz final lleva a un clímax, que luego desemboca en la catarsis plena del solo de armónica nuevamente.
Esta rola es deleite puro, rotura de alma, desgarro, y después exhalación de alivio. Una genialidad.
Genialidad y genial!! la descripción que haces a esta rolota del Real, Estimado Pingüino y todavía en vivo el Jose se desplayaba leyendo algunos poemas en esta canción,- la neta lo quería para cuñado-luego te dejo aquí un concierto en el que para mi era su Teatro, “de la Ciudadela” ahí empezó y lo retacábamos, muchos años después y con cambios en su alineación se presentaron a dar uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida en el “Teatro Metropolitan” como olvidar la rolotota de “LILA” y ese requinto magistral del Julio Zea, se caia el teatro, muchos años busque ese concierto y no lo encontré, en el “azul y rojo la Lila no venia” y el ver aquí esta canción es un bálsamo al espíritu, Vientos Pingüino!!!.
ResponderEliminarMuchas gracias por las palabras, estimado Margarito. También tuve la fortuna de ver tocar al Real en vivo varias veces, incluso en su formación original. Recuerdo especialmente una vez en el teatro Blanquita, y maravillosamente el grupo telonero era Flor de metal, con la maravillosa saxofonista Sibila de Villa, así que ya te imaginarás la noche inolvidable...
ResponderEliminarQue bueno que mencionas a Flor de Metal, en otro análisis mencionas la canción “ganas” que a mi gusto es su mejor canción, esa rola es lo que uno se imagina a una chica cantándonos al oído, muy erótica, (me hace recordar una rola del grupo Manchuria que realizo una película “deberás me atrapaste” y en donde cantaba la rola “todo lo que quiero.... y al acabar la fiesta es ira a cojer contigo” muy cachonda) eran buenas esas chicas las vi varias veces y continuamente les habrían al Real de Catorce, tenia un video de un concierto que se llamo una “Rola por la Paz” con varios grupos y allí estaban ellas todas vestidas de blanco, tocando bien suave, ahora que busco el video no lo encuentro diantres!! En este video estaba también Santa Sabina y la Rita Guerrero se veía de lujo igual toda de blanco y descalza era todo un agasajo.
ResponderEliminarAquí te dejo un casete con ese concierto de Flor de Metal
http://www.megaupload.com/?d=DA5BFH8P, solo que este lo grabe de Radio.
Flor de Metal en vivo (105.7 Stereo Joven)
“Una rola por la paz”
hace días
estas aquí
faltabas en el amor
intoduccion sax
ya vez como estoy
agujeros en la personalidad
ganas
ciudad azul
Ese dia lo transmitieron junto a otra banda que me llegaron a gustar un buen "Crista Galli", los títulos los puse yo y seguramente algunos estarán equivocados. Por cierto me parece que la chica de la batería esta o estaba con las ULTRASONICAS.
Muchas gracias por la generosidad, estimado Margarito. Coincido completamente contigo en que "Ganas" es la mejor rola de Flor de metal, su análisis está en lista de espera para mi otro blog, así que pronto aparecerá. Conozco esa banda desde que estaba compuesta como por 7 chavas (y no como un trío, como cuando grabó el disco), hace ya muchos años... Sibila grabó un disco solista, uno puede encontrar su página web fácilmente. De las demás, no sé qué fue...
ResponderEliminarMil gracias de nuez por tanto paro. Un abrazo.
es un deleite su voz y sus letras uno de los pocos grupos que puedo escuchar a gusto con mi papa y mi me ha tocado escucharlos en el museo del chopo la primera interpretación. Que fui hace añisimos aun la tengo tan viva en mi mente una noche sin igual es grato leer tu descripción
ResponderEliminarMil gracias, estimada babatis. Un saludo.
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