Disco: De nuevo otra vez.
También existe una reciente versión de Alejandro Chávez, en el disco homenaje a Chávez Teixeiro llamado La chava de la Martín Carrera.
sucia ciudad, y vi
que de una pinta en la pared
salías tú, te vi correr.
En la ciudad te dibujabas
como una grieta en un cristal.
Y me enteré
que en una fábrica machacas
los miles de años de sudor;
que en el espejo en que me ves
estoy de pie, me veo mejor.
Iba volando el mundo
con las mordidas en los pies.
Y te grité:
“¡en esa cama duermo yo,
al perro dale un puntapié!”.
Y te invité:
“en esa cama duermo yo,
con tu sonrisa hazme un café”.
Iba volando el mundo,
tú y yo también.
Como hemos podido ver ya, León Chávez Teixeiro centra casi toda su obra en la vida y los conflictos de los trabajadores, obreros y campesinos. Sus canciones invitan a la lucha proletaria, a la emancipación, como en Ponciano Flores, La vieja gorda y callada o la ya revisada Cipriano Hernández Martínez. Eso explica que siempre se le asocie más con el Canto nuevo y la trova que con el rock. Pero por ahí se han colado algunas canciones de amor, más poéticas e íntimas, como Oh, María, y sobre todo Iba volando otra vez. Es en esta última donde Chávez Teixeiro se permite concentrarse más en la forma literaria que en el fondo. Desde el principio, nos inserta en un mundo emocional, sensible, cargado de imágenes poéticas, sin abandonar del todo el contexto urbano. El protagonista va “volando”, mientras “de una pinta en la pared” sale la mujer idealizada, en una escena profundamente onírica, pero que igual se ubica en la “sucia ciudad”, así que la esencia social de Teixeiro se manifiesta incluso aquí. Y esto aumenta más adelante, cuando se explicita que se trata de una obrera, de vida áspera, de lucha cotidiana. Pero surge de nuevo el impulso poético, y las frases siguientes vuelven a alternar las imágenes profundas (“en el espejo en que me ves estoy de pie, me veo mejor”) con el contexto más crudo (“iba volando el mundo, con las mordidas en los pies”), lo que le da al texto un carácter más moderno, incluso más rockero, que recuerda a los rupestres. Y en la siguiente estrofa, lo mismo, e incluso por su semejanza estructural, con la comparación entre sus dos partes es más notoria esta ambivalencia. Pero todo este vaivén de la forma demuestra que Chávez Teixeiro es cuidadoso en su elaboración, que hay un trabajo profundo, aun si fue inconsciente. Las metáforas, ásperas o imaginativas, son ricas, sugestivas, y arman un verdadero canto a la pareja como único sostén válido ante las embestidas de la pobreza, el dolor, la explotación. Por un instante, la pareja vuela, es decir, se sitúa por encima de miserias humanas, sociales, económicas, y hasta los elementos más simples adquieren otro cariz, otro sentido, como esa taza de café hecha de la sonrisa amada. En un contexto mucho más político, reafirma lo mismo que la ya analizada Rojos de marzo de Roberto Ponce: que el amor es el único escape digno, limpio.
Pese a que, como podemos ver, las imágenes de la letra de Iba volando otra vez son audaces, hay un espíritu de sencillez en el total de la rola, por su brevedad, y porque sus límites son mucho más cortos, más íntimos, que en las largas canciones que suele escribir Teixeiro. Es decir, estamos una vez más ante un pequeño trozo de realidad, una instantánea, en la que lo trascendente es la pureza del sentimiento, su revaloración. Un gran acierto, precisamente porque es un estilo poco común en Chávez Teixeiro. Aquí, más que hacer la gran crítica o la gran propuesta subversiva, la esencia de la rola es suave, tranquila, de una gran ternura, y el mérito es que esa sensación permanece pese a las imágenes más duras, señaladas antes. Iba volando otra vez conmueve, justamente porque la belleza de su lenguaje trasciende el contexto social de los personajes, y es justamente eso lo que Chávez Teixeiro quiere subrayar: la victoria del amor ante la pobreza.
Sin duda alguna este aire dulce lo reafirman la melodía y el arreglo. La base la dan las guitarras arpegiadas, inteligentemente agudas (quizá con ayuda de un capodastro), lo que dulcifica su sonoridad. El solo de flauta traversa y el violín final amplían esa suavidad, creando una canción muy emotiva. Y todo con la voz de Teixeiro, que no se diferencia demasiado de la de las canciones más densas, pero en medio de esta base musical tersa actúa como equilibrio, para que la rola no pierda su fuerza y modernidad. Al final, una maravillosa canción de amor, cálida y hermosa, que no abandona la posición más crítica, pero sí da una vuelta hacia el intimismo y la auténtica ternura.
Pese a que, como podemos ver, las imágenes de la letra de Iba volando otra vez son audaces, hay un espíritu de sencillez en el total de la rola, por su brevedad, y porque sus límites son mucho más cortos, más íntimos, que en las largas canciones que suele escribir Teixeiro. Es decir, estamos una vez más ante un pequeño trozo de realidad, una instantánea, en la que lo trascendente es la pureza del sentimiento, su revaloración. Un gran acierto, precisamente porque es un estilo poco común en Chávez Teixeiro. Aquí, más que hacer la gran crítica o la gran propuesta subversiva, la esencia de la rola es suave, tranquila, de una gran ternura, y el mérito es que esa sensación permanece pese a las imágenes más duras, señaladas antes. Iba volando otra vez conmueve, justamente porque la belleza de su lenguaje trasciende el contexto social de los personajes, y es justamente eso lo que Chávez Teixeiro quiere subrayar: la victoria del amor ante la pobreza.
Sin duda alguna este aire dulce lo reafirman la melodía y el arreglo. La base la dan las guitarras arpegiadas, inteligentemente agudas (quizá con ayuda de un capodastro), lo que dulcifica su sonoridad. El solo de flauta traversa y el violín final amplían esa suavidad, creando una canción muy emotiva. Y todo con la voz de Teixeiro, que no se diferencia demasiado de la de las canciones más densas, pero en medio de esta base musical tersa actúa como equilibrio, para que la rola no pierda su fuerza y modernidad. Al final, una maravillosa canción de amor, cálida y hermosa, que no abandona la posición más crítica, pero sí da una vuelta hacia el intimismo y la auténtica ternura.
Chingona rola me cae con la voz al final un poco distorcionada dando la idea del vuelo. Y al inicio con esa pinta en la pared, se refiere, supongo, a una pinta política, dentro de la lucha proletaria.
ResponderEliminarLa flauta que se escucha por allí es de Hebe Rosell y la rolita original viene en el disco "Canciones".
Me parece, por otra parte, que "Oh María" está del nivel de esta rola, con ese retorno a la infancia mientras se hace el amor, buen viaje el de Teixeiro.
Más que con la trova y el canto nuevo, Teixeiro siempre me ha parecido como una especie de "bluesman", yo siempre lo había escuchado en vivo, solo con su guitarra y cuando escuché estos discos con compañeros y arreglos de primera, confirmé esa impresión, gran parte del mérito de este sonido blusero es de Alvaro Guzmán, quien intuyó esa alma blusera de Teixeiro y le agregó su guitarra que es el complemento perfecto a la voz y los blues de este hombre.
ResponderEliminarEs cierto, Ariel, y también se puede decir lo mismo de la guitarra de Miguel Ángel Díaz "Macondo", que aunque se le conoce más por su trabajo trovadoresco al lado de Rafael Mendoza, el estilo de sus requintos también tienen algo blusero (obviamente no tanto como el de Álvaro Guzmán, que usa mucho los semitonos "jalando" las cuerdas de la guitarra, al estilo de Eric Clapton).
ResponderEliminarpoquisíma madre la rola,excelente hombre Teixeiro..
ResponderEliminar^^
De acuerdo completamente, estimada Azul. Gracias por la visita y el comentario.
ResponderEliminarEstimado Pingüino:
ResponderEliminarComentando por acá de nuevo, luego de las fiestas navideñas. Y te cuento que ya llevo escuchadas las 25 primeras canciones y seguiré en ello.
Esta canción de Chávez Texeiro (cantante totalmente desconocido para mí) me ha gustado mucho. Me parece que es un logro mayor, como mencionas en tu comentario, que logre hablar del amor sin abandonar el discurso de crítica social. Es difícil, me parece, que se logre esto, pues, muchas veces, suena forzado o se siente como algo "programático", lo que lo hace demasiado explícito y acaba con la sugerencia, requisito indispensable de la buena poesía. Y el autor evita esto justamente gracias a que lo "social" es un elemento de fondo de la historia de amor contada, pero no el principal. Con este añadido, además, logra darle original a un tema tan manido como el del amor. Un gran logro estético, digno de poetas.
Un abrazo
Manny Belano
Estupendo que sigas visitándonos, amigo Manny, y espero que sigas aportando tus comentarios.
ResponderEliminarCoincido en lo que dices de la rola, una belleza.
Un abrazo.
Iguanas ranas, amigo Margarito, y gracias por el aporte y la respetable interpretación.
ResponderEliminarHermosa canción y hermosa interpretación. Se siente chido cuando las canciones tocan tu alma, esta lo ha hecho. Josue Velasco
ResponderEliminarPienso lo mismo, amigo Josué, y aunque la oiga una y otra vez...
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