Intérpretes: Carlos Arellano y Roberto González.
Disco: La jauría.
y del árbol crece un fruto que no es del mar.
Con la sal del fruto se hace el mármol
que edifica un puente que no va a ningún lugar.
De ese árbol alguien hará leña
para darle calorcito al huracán;
al mar le crecerá una enredadera
que trepará la nube que caerá.
En medio del mar crece un árbol,
en donde ata el barco de la noche su cordel.
A él se arriman peces y lagartos
a orar por que su sombra no muera de sed.
Con sus raíces alguien hará redes
para atrapar los vientos de alta mar;
en esos vientos de líquidas paredes
crecerá el árbol de la tempestad.
En medio del mar crece un árbol.
En ese árbol habita una especie de animal,
que, a mitad del sueño, alarga el brazo
y de cuajo me saca la realidad.
En ese árbol que a la mar doblega,
alguien un sueño largo soñará,
donde un océano azul y sin fronteras
levante un árbol que alimentará.
El rock mexicano nunca se ha caracterizado por los discos conceptuales. Al contrario: en general se entiende un disco como una mera suma de canciones, acumuladas durante un determinado tiempo, a veces largo. Prácticamente nunca se ha seguido el ejemplo de discos como Tommy y Quadrophenia de The Who o The wall y Animals de Pink Floyd. Las excepciones son tan escasas como notables, justo por su reducido número. Podemos mencionar la suite Viaje al espacio visceral de Guillermo Briseño (aunque ocupa sólo uno de los lados del LP), Música para planetarios de Eblén Macari, Historia del rock de aquí, de México de Naftalina, y Esta que habita mi cuerpo en lo temático y El efecto tequila en la propuesta de fusión musical, ambos de Betsy Pecanins, así como Maradentro de Eugenia León, también con unidad temática, pero con carga más a lo trovadoresco que al rock, salvo en las rolas compuestas por Jaime López. Como podemos ver, la unidad conceptual puede ser temática, rítmica, narrativa, etc.
En el disco La jauría, Carlos Arellano prueba con otro criterio unitario: crea un disco exclusivamente de duetos, con varios de los rockeros (y trovadores) más importantes de México, entre los que sobresalen Rafael Catana, Roberto González, Armando Rosas, Fausto Arrellín del grupo Qual, Francisco Barrios El Mastuerzo y Gerardo Enciso. Y entre todas las canciones, sin duda se destaca En medio del mar, a dúo con Roberto González. En ella, Carlos Arellano desarrolla una pequeña narración, casi fábula, imaginativa, ingeniosa, de gran riqueza estilística. El tono optimista de la rola es rarísimo en el rock mexicano de calidad (salvo en la época del festival de Avándaro, obviamente, por el espíritu hippie), mucho más orientado a la melancolía y aun a lo trágico. Entre los escasos ejemplos de canción optimista bien lograda, destacan Debe haber un lugar y Un poco de música en tu corazón de Arturo Meza, Tarde o temprano de Fausto Arrellín y Habrá tiempo de Armando Rosas. En general, Carlos Arellano explora continuamente este tipo de rola, especialmente de carácter doméstico, como se ve en María Eugenia, Perra guardiana y Ella lo ama, él también, sin caer en facilismos de librito de autoayuda, y sin que signifique que no componga canciones tristes. En el pequeño cuento de En medio del mar, Arellano canta la esperanza, centrada en la valoración de la naturaleza, siempre limpia, por encima de las miserias humanas. Mucho del mérito de la letra radica en la habilidad para colocar los elementos que la componen, la elección precisa entre el campo semántico disponible, para crear esta alegoría que significa algo más humano, escondido, de lo que lo vegetal y animal muestran, porque el concepto final invita a voltear a la madre natura, a la Pachamama, para reconocer nuestro lado olvidado, la inocencia perdida. En el fondo, En medio del mar es justo otra busca del tiempo perdido, al estilo de Marcel Proust, de ese paraíso perdido que canta John Milton: la inocencia original, asesinada por los tiempos modernos denunciados por Chaplin. La sencillez de la letra de En medio del mar está cargada de poesía y profundidad, de una esperanza inteligente, que no suena hueca, algo muy difícil de conseguir actualmente.
A medio camino entre la trova y la balada-rock, la música de esta canción es evidentemente emocional, pero no cursi, gracias al arreglo acústico cuidadoso, y sobre todo a la voz firme de Roberto González, que apoya la más suave de Arellano, en estrofas alternadas. Así, En medio del mar alegra, alivia, pero no desde la evasión de la realidad, como propone la música comercial, sino desde la agitación de la memoria del ecosistema invisible, pero vivo, esencial.
En el disco La jauría, Carlos Arellano prueba con otro criterio unitario: crea un disco exclusivamente de duetos, con varios de los rockeros (y trovadores) más importantes de México, entre los que sobresalen Rafael Catana, Roberto González, Armando Rosas, Fausto Arrellín del grupo Qual, Francisco Barrios El Mastuerzo y Gerardo Enciso. Y entre todas las canciones, sin duda se destaca En medio del mar, a dúo con Roberto González. En ella, Carlos Arellano desarrolla una pequeña narración, casi fábula, imaginativa, ingeniosa, de gran riqueza estilística. El tono optimista de la rola es rarísimo en el rock mexicano de calidad (salvo en la época del festival de Avándaro, obviamente, por el espíritu hippie), mucho más orientado a la melancolía y aun a lo trágico. Entre los escasos ejemplos de canción optimista bien lograda, destacan Debe haber un lugar y Un poco de música en tu corazón de Arturo Meza, Tarde o temprano de Fausto Arrellín y Habrá tiempo de Armando Rosas. En general, Carlos Arellano explora continuamente este tipo de rola, especialmente de carácter doméstico, como se ve en María Eugenia, Perra guardiana y Ella lo ama, él también, sin caer en facilismos de librito de autoayuda, y sin que signifique que no componga canciones tristes. En el pequeño cuento de En medio del mar, Arellano canta la esperanza, centrada en la valoración de la naturaleza, siempre limpia, por encima de las miserias humanas. Mucho del mérito de la letra radica en la habilidad para colocar los elementos que la componen, la elección precisa entre el campo semántico disponible, para crear esta alegoría que significa algo más humano, escondido, de lo que lo vegetal y animal muestran, porque el concepto final invita a voltear a la madre natura, a la Pachamama, para reconocer nuestro lado olvidado, la inocencia perdida. En el fondo, En medio del mar es justo otra busca del tiempo perdido, al estilo de Marcel Proust, de ese paraíso perdido que canta John Milton: la inocencia original, asesinada por los tiempos modernos denunciados por Chaplin. La sencillez de la letra de En medio del mar está cargada de poesía y profundidad, de una esperanza inteligente, que no suena hueca, algo muy difícil de conseguir actualmente.
A medio camino entre la trova y la balada-rock, la música de esta canción es evidentemente emocional, pero no cursi, gracias al arreglo acústico cuidadoso, y sobre todo a la voz firme de Roberto González, que apoya la más suave de Arellano, en estrofas alternadas. Así, En medio del mar alegra, alivia, pero no desde la evasión de la realidad, como propone la música comercial, sino desde la agitación de la memoria del ecosistema invisible, pero vivo, esencial.
Excelente y emotiva tu descripción estimado Pingüino que haces a esta gran canción del Carlos, para escucharla mientras lees el libro de Moby Dick, en esta rola lo que sobresale es la fuerte y rasposa voz del buen Roberto Gonzalez a mi gusto la mejor canción del Disco y quizá de las mejores del buen Arellano, aquí te dejo otro casete,este es del buen Carlos en vivo, es uno de mis superfavoritos!! http://www.megaupload.com/?d=8YYPYQFZ , que titule “en la sala con los cuates” este es viejito ya que “amor veloz” aun no tenia nombre y lo interesante es lo que platica de sus canciones en especial “balada para los hombres del poder” y “enamorado de una frívola estrella”
ResponderEliminarCarlos Arellano "en la sala, entre los cuates"
amor veloz
gato de azotea
con un misil en la nuca
nunca dejare que te vayas
preguntando desde un octavo piso
balada para los hombres del poder
enamorado de una frívola estrella
polvos de la urbe
rock de los treintañeros
ella
un gran abrazo!!
Estupendo, amigo Margarito, muchas gracias por el aporte.
ResponderEliminarCoincido totalmente contigo en que esta rola es la mejor del disco (para mí la segunda es "Tomando café").
Un abrazo.
hola, un saludo, ese disco es casi todo muy bueno, yo prefiero la de "un poco de él", pero estas dos que mencionan y otras como la que interpreta con armando rosas y francisco barrios también son muy buenas
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