Letra, música e intérprete: Fernando Delgadillo.
Disco: Con cierto aire a ti.
Disco: Con cierto aire a ti.
Disculpe usted, siéntese aquí en este lugar.
¿Sabe?, me he estado preguntando cómo se podría llamar,
hasta la edad que tiene y uno que otro dato más.
Seguro, es a usted a la que le hablo. Verá:
es un momento que he esperado largo tiempo atrás;
siempre me estuve repitiendo: “espera, chico, ya vendrá”.
Más de una vez negué mi asiento para los demás,
niños, ancianos o señoras, esperándola encontrar.
Y hoy por fin es el gran día
—algo me dice que usted no viaja en tranvía—.
Usted me encuentra o yo la encuentro,
y tras interesarse un poco, me concedería un momento.
Yo me sentaría a su lado, por ejemplo,
porque es más cómodo viajar los dos sentados,
además de la ventaja de ir más juntos, ¿sabe, no?
¡Disculpe, todavía no acabo, no se pare!
Sepa que la imaginé
tan linda y delicada como usted,
viernes propicio, coincidencia, y sí,
es justo el tipo de chiquita que esperaba para mí.
¿Lo ha visto?, estoy de suerte, me ha pasado otra vez,
ya se ha desocupado un sitio, y justo junto a usted.
¿No se lo he dicho hace un momento?, estoy feliz de ver
que todo viene y va pasando como debe ser.
Diga algo, por favor.
Déjeme oír su voz, ¡vamos!
Tal vez será que la emoción le ha impedido decir…
¡Era una broma, no se enoje, no me mire así!
Hablando en serio, ¡encantado de conocerla!,
¡cómo me gusta usted!
Mire, de veras me interesa, ¡caramba!,
no es sólo el modo de dolerme en la cabeza.
Pero, falta esté de acuerdo, la invito a almorzar,
una comida, una merienda, un café nada más,
lo que prefiera, o casi todo, menos escapar,
hoy que por fin me la he encontrado y he empezado a hablar.
¿De qué se ríe?, ¿que dije “hablar”?
Bueno, suponga que hablo un poco más que los demás.
¡No siga riendo!, es un problema serio, y soledad.
¿Qué dice de la historia?, le falta el final.
Venga conmigo, la ayudo a parar,
deme, es pesado, yo lo llevo, vamos por acá,
tome mi mano y no se olvide de tomar con la otra el barandal.
Seguro me la imaginé
tan linda y delicada como usted,
o mejor dicho, es sólo un modo de llamar por acá,
a la sonrisa que en su risa me acabé de hallar.
¿Sabe?, me he estado preguntando cómo se podría llamar,
hasta la edad que tiene y uno que otro dato más.
Seguro, es a usted a la que le hablo. Verá:
es un momento que he esperado largo tiempo atrás;
siempre me estuve repitiendo: “espera, chico, ya vendrá”.
Más de una vez negué mi asiento para los demás,
niños, ancianos o señoras, esperándola encontrar.
Y hoy por fin es el gran día
—algo me dice que usted no viaja en tranvía—.
Usted me encuentra o yo la encuentro,
y tras interesarse un poco, me concedería un momento.
Yo me sentaría a su lado, por ejemplo,
porque es más cómodo viajar los dos sentados,
además de la ventaja de ir más juntos, ¿sabe, no?
¡Disculpe, todavía no acabo, no se pare!
Sepa que la imaginé
tan linda y delicada como usted,
viernes propicio, coincidencia, y sí,
es justo el tipo de chiquita que esperaba para mí.
¿Lo ha visto?, estoy de suerte, me ha pasado otra vez,
ya se ha desocupado un sitio, y justo junto a usted.
¿No se lo he dicho hace un momento?, estoy feliz de ver
que todo viene y va pasando como debe ser.
Diga algo, por favor.
Déjeme oír su voz, ¡vamos!
Tal vez será que la emoción le ha impedido decir…
¡Era una broma, no se enoje, no me mire así!
Hablando en serio, ¡encantado de conocerla!,
¡cómo me gusta usted!
Mire, de veras me interesa, ¡caramba!,
no es sólo el modo de dolerme en la cabeza.
Pero, falta esté de acuerdo, la invito a almorzar,
una comida, una merienda, un café nada más,
lo que prefiera, o casi todo, menos escapar,
hoy que por fin me la he encontrado y he empezado a hablar.
¿De qué se ríe?, ¿que dije “hablar”?
Bueno, suponga que hablo un poco más que los demás.
¡No siga riendo!, es un problema serio, y soledad.
¿Qué dice de la historia?, le falta el final.
Venga conmigo, la ayudo a parar,
deme, es pesado, yo lo llevo, vamos por acá,
tome mi mano y no se olvide de tomar con la otra el barandal.
Seguro me la imaginé
tan linda y delicada como usted,
o mejor dicho, es sólo un modo de llamar por acá,
a la sonrisa que en su risa me acabé de hallar.

Este primer bonus track es una pieza agilísima del trovador Fernando Delgadillo. Trovador de cepa más actual, seguro es justo eso lo que le permite acercarse al rock con menos problemas que trovadores más antiguos. El tema de El abordaje es también mucho más cercano a las preocupaciones urbanas y amorosas rocanroleras: aquí no hay un pronunciamiento político, ni un canto libertario o rebelde. Se trata de un retrato intimista del conflicto aparentemente mucho más mundano: la primera vez que se le habla a la chica a quien se ha admirado silenciosamente por mucho tiempo. La verborrea que el personaje desata marca su nerviosismo, en el que se pasa de la emotividad al humor involuntario y la inevitable metida de pata, todo enmarcado en un viaje cotidiano en el transporte urbano. No podía haber escena más común, y por lo tanto, más cercana. Por ello, Delgadillo escoge un lenguaje absolutamente coloquial, muy atinado, pues se trata de un monólogo en los hechos, pese a que busca ser un diálogo.
La música de El abordaje es un híbrido entre fox trot, dixieland, charleston e incluso campirana tradicional, con un arreglo que incluye banjo y violín, lo que resalta su espíritu humorístico ligero, y que recuerda experimentos similares, como When I’m sixty-four y Honey pie de los Beatles, El pastel de Nota roja, A mi mujer de Lucerna Diogenis, Canción del maleante de La Nopalera (aunque compuesta por Chico Buarque) o No te hagas de El Personal. Esta sola coincidencia ya refleja cómo con esta canción Fernando Delgadillo se acerca derechamente al rock, con un arreglo de instrumentos eléctricos y una búsqueda temática mucho más citadina.
La música de El abordaje es un híbrido entre fox trot, dixieland, charleston e incluso campirana tradicional, con un arreglo que incluye banjo y violín, lo que resalta su espíritu humorístico ligero, y que recuerda experimentos similares, como When I’m sixty-four y Honey pie de los Beatles, El pastel de Nota roja, A mi mujer de Lucerna Diogenis, Canción del maleante de La Nopalera (aunque compuesta por Chico Buarque) o No te hagas de El Personal. Esta sola coincidencia ya refleja cómo con esta canción Fernando Delgadillo se acerca derechamente al rock, con un arreglo de instrumentos eléctricos y una búsqueda temática mucho más citadina.
