Intérprete: Cecilia Toussaint.
Disco: Arpía.
juegan de sol a sol los viejos.
Unen el calabozo, el ruedo
—hermano—, habitación y sueños.
¡A la baranda, ese!
¡Con la muñeca, ese!
¡Todos a la vez, ese!
¡A la baranda, ese!
¡Con la muñeca, ese!
¡Todos a la vez, ese!
¡Llegaron ya las nenas!,
¡ya, ya, ya!, ¡ay, qué lindas!
¡Llegaron ya las nenas!,
¡ya, ya, ya!, ¡ay, qué lindas!
Una salió
cual sandía santa,
y otra volvió
con su madre santa.
En la calle de Sex Farderos
juegan de sol a sol los viejos.
Unen el calabozo, el ruedo
—hermano—, habitación y sueños.
¡A la baranda, ese!
¡Con la muñeca, ese!
¡Todos a la vez, ese!
¡A la baranda, ese!
¡Con la muñeca, ese!
¡Todos a la vez, ese!
He sostenido siempre que no existe una “interpretación correcta” de la obra de arte. Salvo errores de mínima comprensión, toda conclusión derivada de una obra no sólo es válida, sino enriquecedora. Incluso la misma interpretación del autor no es “la verdadera”, porque todo autor, al ser persona, posee una psique, y por lo tanto, su misma obra incorpora manifestaciones propias del subconsciente. No obstante, sí creo fundamentales dos señalamientos: 1) Sí hay personas con mayor preparación teórica para interpretar obras de arte, y por lo tanto, su opinión tiene más sustento; y 2) Una interpretación debe responder a cada una de las preguntas, dudas o aparentes contradicciones que provoque; si no es así, debería ponerse en duda la validez de dicha interpretación. Ya expliqué por qué a lo largo de esta lista he reiterado la importancia del manejo de la elipsis narrativa o literaria (que no hay que confundir con la gramatical), ese recurso estilístico que esconde o resguarda elementos significativos, para no develar antes de tiempo, o aun nunca, el sentido de la obra, y así permitir que el lector, oyente o testigo de una obra sea partícipe, activo, que utilice su bagaje cultural, su imaginación, su inteligencia, su intuición, su reflexión y sus sentimientos en la interpretación de la obra. De esta manera, el autor da indicios, pistas, alusiones, y también usa distractores, maneja la tensión, para enriquecer la originalidad, la forma, la emoción y el fondo de la obra artística. Básicamente, su calidad, el único compromiso obligado para el artista, y no el mensaje, la crítica social ni la sola expresión de sentimientos, elementos que la obra de todas maneras cubre, pero que no son el sentido de la obra, sino una consecuencia meritoria, pero secundaria. Obviamente, entre más elíptica sea una obra, entre más connotaciones y menos denotaciones contenga, mayor esfuerzo interpretativo requiere. Y eso aplica no sólo para el arte moderno. Ahí están Las soledades de Góngora, por poner un solo ejemplo. Creaciones muy elípticas, como las novelas Ulises de Joyce, Las olas de Virginia Woolf, Farabeuf de Salvador Elizondo y Obsesivos días circulares de Gustavo Sáinz, o películas como Tequila de Rubén Gámez y Un perro andaluz de Buñuel y Dalí, o rolas como I am the walrus de los Beatles o A whiter a shade of pale de Procol Harum en el rock, o Reza el cartel de Noel Nicola en la trova, implican un auténtico desafío para quien desea apreciar en plenitud la propuesta artística de una obra, pero eso mismo demuestra su amplitud, su ancho abanico de posibilidades. El arte moderno, sobre todo a partir de las vanguardias, ha asimilado totalmente el valor de la elipsis, y algunos movimientos han llegado a los límites más insospechados. El Letrismo en poesía, por ejemplo, suprimió de plano todo elemento lógico, todo significado y significante, y conservó únicamente el ritmo. El Creacionismo de Vicente Huidobro rompió los usos habituales del lenguaje. Y ni hablar del Dadaísmo. Y en pintura, el predominio del Abstraccionismo y la instalación definen la línea principal hasta nuestros días.
Como dije al analizar Bonzo de Jaime López, el arte mexicano se destaca por el manejo preciso y cuidadoso de la elipsis. Ya he puesto muchos ejemplos de ello. Y el rock mexicano posee extraordinarios ejemplos de rolas crípticas, elípticas, misteriosas y complejas, como la mencionada Bonzo, las ya revisadas Tiempo de híbridos de Rockdrigo y La gata hidráulica de Guillermo Briseño, o Invención para tragafuegos y Cuarteto Rupestre de Armando Rosas. Pero una de las más extremas es sin duda alguna Sex Farderos de José Elorza, que conocemos gracias a la magnífica interpretación de Cecilia Toussaint. Ya dijimos, al analizar Viaducto Piedad, que Elorza es un compositor especialmente dotado para la obra cerrada, oscura, de difícil interpretación. Pero en Sex Farderos la elipsis es realmente extrema, y Elorza logra reducir la rola a su mínima expresión semántica, prescindiendo de todo elemento superfluo, limitándose a los indicios puros. Así, más que elíptica, Sex Farderos ya es auténticamente una obra de arte abstracto, quizá (y repito, quizá, para no caer en debates inútiles) la primera canción del rock mexicano en llegar a ese punto. No obstante, creo posible una interpretación, porque a pesar de su abstraccionismo, Elorza otorga algunas pistas que permiten una determinada postura analítica. Y quisiera compartir mi análisis, mi interpretación, que obviamente y como ya dije, no es “la verdadera”.
Cuando analicé Polvo en los ojos de Real de Catorce expliqué (y apliqué) uno de los métodos de análisis más sencillos, el Método por lexías de Roland Barthes, que juzgué más conveniente para un blog de rock, no académico. Intentaré lo mismo con Sex Farderos. La primera lexía, del título, es sex, obviamente la palabra inglesa para sexo, pero no con el significado de género, sino referido a la sexualidad. Por ello, la lexía me permite aventurar que la canción posiblemente tendrá algo que ver con el sexo. Pero ya se verá. La segunda lexía, farderos, sugiere el sustantivo fardo, que significa básicamente bulto. Pero la experiencia me indica que suele usarse fardo para referirse no sólo al bulto real, hecho de objetos como ropa o papeles, sino también metafóricamente, para designar a una persona con la voluntad o la consciencia deformadas, ya sea por el alcohol, las drogas, la tristeza o la condición marginal, social o económica. Pero la lexía es farderos, no fardo. ¿Qué sería un fardero? En realidad es un neologismo, cuya desinencia sugiere algo así como quien manipula, usa, crea o hace fardos. Pero ambas lexías, sex y farderos forman un título, es decir, una unidad. Por lo tanto, podrían sugerir una sola idea. Sex está en inglés, pero farderos en español. Si uno asocia esto con un uso muy común en el rock mexicano (contexto y género al que pertenece la obra, así que es una asociación lógica), que toma el significado y sobre todo la función de la palabra en inglés, tendría que recordar títulos como el de la ya revisada Paria’s blues de Real de Catorce, que significa El blues del paria (en este caso de la paria), pero que se ha expresado de esa forma, para reafirmar su relación con el blues y el rock tradicionales, ritmos de origen anglosajón. Me atrevo a sugerir que Elorza puede estar haciendo algo similar, y por lo tanto, Sex Farderos querría decir algo así como quienes manipulan, usan, crean o hacen fardos, pero no cualquier fardo, sino fardos sexuales. Extraño, ¿no es verdad? Pero como sugiere el método, hay que dejar esa interpretación inicial sólo como posible, y avanzar a las otras lexías, a ver si el resto del texto reafirma, niega o modifica lo que hemos concluido. Así, en la primera línea nos da una nueva pista: Sex Farderos es una calle, es decir, un espacio urbano (no dice camino, sino calle), externo, para transitar. Y hay tres posibilidades: a) Sex Farderos es el nombre de la calle; b) es donde viven o transitan los farderos sexuales; o c) ambas, quizás una consecuencia de la otra, y expresado como metáfora. Pero para agilizar un poco el análisis, podemos añadir que en esta calle juegan viejos, y que esos juegos o esos viejos unen distintos elementos, de los que hay que buscar un campo semántico común. Y como aún sigue punzando la hipótesis del título, yo interpreto que esos viejos son los farderos sexuales, y que esos juegos son sexuales, ya que el campo semántico que encuentro es el de una habitación, que a ratos toma tintes de calabozo, de ruedo, y donde caben incluso los sueños. ¿Qué une el sexo, los viejos farderos, los fardos sexuales, los juegos, la habitación y los sueños? Concluyo que hablamos de una calle donde hay habitaciones para el sexo de los viejos, y que los fardos son, metafóricamente, las mujeres con las que se tiene sexo, a quienes se usa y manipula, como auténticos fardos. Es decir: Sex farderos es una calle de prostitutas. ¿La siguiente estrofa lo corroborará?
Primero, hay que decir que toda la segunda estrofa es una serie de vocativos, de llamados imperativos, a gritos. A alguien se le llama, para que vaya o venga “a la baranda”, que traiga “la muñeca”, y que sea en grupos, juntos. ¿A quiénes? El uso del vocativo “¡ese!”, reconocible para el mexicano, señala familiaridad, pero también un origen urbano, barriero. Y se dirige a un hombre primero, pero sugiere después un grupo de hombres. Concluyo: los viejos, los farderos. Es decir: los clientes de las prostitutas, las muñecas. ¿Por qué se les llama? Lo resuelve la tercera estrofa: porque se les avisa, eufóricamente, que llegaron las nenas, que son muy lindas, una “cual sandía” (¿fresca?, ¿colorada, acaso de las mejillas o los labios?) y otra que, o llega en compañía de su madre (¿matrona?), o quizá se cuenta que se fue de regreso hacia donde su madre está (¿escapando de este mundo sórdido?). José Elorza lo deja abierto, no da más pistas. Pero me parece que, por todos estos indicios, y siguiendo el método de Barthes, la canción retrata, muy oscuramente —acorde con su sordidez—, una callejuela urbana, perdida, de prostitutas, y/o que posee un burdel, donde los hombres (creo que llamados viejos no por mera edad), uno tras otro, sin pausa, “de sol a sol”, sin escape, viven su sexualidad marginal, decadente, que usa a las mujeres como fardos, despojos humanos, “muñecas” de placer vacío y limitadísimo, fugaz, miserable, “nenas” de la agonía y la derrota más absolutas, pues la única alegría es la paupérrima novedad de la llegada de prostitutas nuevas al burdel o a la calle, y todos se agolpan al llamado del que avisa, para ser testigos del mínimo movimiento que alcanza a esas vidas sin escape. He ahí mi interpretación. Bienvenidas todas las que existan.
De esta manera, José Elorza nos entrega una letra muy enigmática, tenebrosa, donde los indicios sugieren lo mínimo posible. Pero no cabe duda que esa elección límite requiere un cuidado enorme, un trabajo de eliminación seguramente extenuante, que marca un gran oficio, pues en general el error del principiante es querer decirlo todo, expresar y expresar, para estar en el texto, pues aún no ha aprendido que el mérito es no notar al autor. Evidentemente, Elorza no ejerce crítica obvia, pronunciamiento moral ni sermón fácil. Sólo muestra, con un dejo irónico, para que el escucha reflexione y llegue a sus propias emociones y juicios ante lo descrito. El gran trabajo formal de Sex Farderos se centra en la elección precisa de esos elementos mínimos, que contengan una gran carga connotativa, y al mismo tiempo la denotativa menor posible, y sin que se repitan los recursos estilísticos. Así, el tono críptico, pero al fin narrativo, solemne y con narrador omnisciente de la primera estrofa (pero que se rompe al usar “hermano” y se revela como discreto narrador personaje) no tiene nada que ver con el estilo de la segunda, en la que acude a la figura retórica de conversión con el vocativo “¡ese!”, al léxico familiar y marginal urbano, y al narrador personaje pleno. Como podemos ver, limitar el lenguaje y eliminar elementos es en realidad la consecuencia de un elaboradísimo trabajo estilístico y poético, y el abstraccionismo literario de Sex Farderos muestra la gran capacidad creativa de José Elorza. Una letra única, brillante, y como podemos ver si logramos encontrar su significado escondido, muy profunda, fuerte, durísima y emocional.
Al igual que en Viaducto Piedad, Cecilia Toussaint interpreta magistralmente Sex Farderos, con una energía impactante. Ya dijimos que su fuerte es la potencia, la garra. Aquí el arreglo es impecable e intenso. La figura de guitarra eléctrica rítmica que sostiene toda la pieza (y que recuerda la de la ya revisada Corazón de cacto del otro gran compositor de Cecilia: Jaime López) es densa, ácida, de un hard rock poderoso. Y una vez más, el solo de requinto de José Luis Domínguez es desgarrador, alucinante, con un pedal distorsionador muy bien ecualizado, preciso.
De esta manera, Sex Farderos es una gran pieza, una obra cumbre del rock mexicano más vanguardista y atrevido. Una rola límite, que representa el verdadero desafío del arte contemporáneo.
Como dije al analizar Bonzo de Jaime López, el arte mexicano se destaca por el manejo preciso y cuidadoso de la elipsis. Ya he puesto muchos ejemplos de ello. Y el rock mexicano posee extraordinarios ejemplos de rolas crípticas, elípticas, misteriosas y complejas, como la mencionada Bonzo, las ya revisadas Tiempo de híbridos de Rockdrigo y La gata hidráulica de Guillermo Briseño, o Invención para tragafuegos y Cuarteto Rupestre de Armando Rosas. Pero una de las más extremas es sin duda alguna Sex Farderos de José Elorza, que conocemos gracias a la magnífica interpretación de Cecilia Toussaint. Ya dijimos, al analizar Viaducto Piedad, que Elorza es un compositor especialmente dotado para la obra cerrada, oscura, de difícil interpretación. Pero en Sex Farderos la elipsis es realmente extrema, y Elorza logra reducir la rola a su mínima expresión semántica, prescindiendo de todo elemento superfluo, limitándose a los indicios puros. Así, más que elíptica, Sex Farderos ya es auténticamente una obra de arte abstracto, quizá (y repito, quizá, para no caer en debates inútiles) la primera canción del rock mexicano en llegar a ese punto. No obstante, creo posible una interpretación, porque a pesar de su abstraccionismo, Elorza otorga algunas pistas que permiten una determinada postura analítica. Y quisiera compartir mi análisis, mi interpretación, que obviamente y como ya dije, no es “la verdadera”.
Cuando analicé Polvo en los ojos de Real de Catorce expliqué (y apliqué) uno de los métodos de análisis más sencillos, el Método por lexías de Roland Barthes, que juzgué más conveniente para un blog de rock, no académico. Intentaré lo mismo con Sex Farderos. La primera lexía, del título, es sex, obviamente la palabra inglesa para sexo, pero no con el significado de género, sino referido a la sexualidad. Por ello, la lexía me permite aventurar que la canción posiblemente tendrá algo que ver con el sexo. Pero ya se verá. La segunda lexía, farderos, sugiere el sustantivo fardo, que significa básicamente bulto. Pero la experiencia me indica que suele usarse fardo para referirse no sólo al bulto real, hecho de objetos como ropa o papeles, sino también metafóricamente, para designar a una persona con la voluntad o la consciencia deformadas, ya sea por el alcohol, las drogas, la tristeza o la condición marginal, social o económica. Pero la lexía es farderos, no fardo. ¿Qué sería un fardero? En realidad es un neologismo, cuya desinencia sugiere algo así como quien manipula, usa, crea o hace fardos. Pero ambas lexías, sex y farderos forman un título, es decir, una unidad. Por lo tanto, podrían sugerir una sola idea. Sex está en inglés, pero farderos en español. Si uno asocia esto con un uso muy común en el rock mexicano (contexto y género al que pertenece la obra, así que es una asociación lógica), que toma el significado y sobre todo la función de la palabra en inglés, tendría que recordar títulos como el de la ya revisada Paria’s blues de Real de Catorce, que significa El blues del paria (en este caso de la paria), pero que se ha expresado de esa forma, para reafirmar su relación con el blues y el rock tradicionales, ritmos de origen anglosajón. Me atrevo a sugerir que Elorza puede estar haciendo algo similar, y por lo tanto, Sex Farderos querría decir algo así como quienes manipulan, usan, crean o hacen fardos, pero no cualquier fardo, sino fardos sexuales. Extraño, ¿no es verdad? Pero como sugiere el método, hay que dejar esa interpretación inicial sólo como posible, y avanzar a las otras lexías, a ver si el resto del texto reafirma, niega o modifica lo que hemos concluido. Así, en la primera línea nos da una nueva pista: Sex Farderos es una calle, es decir, un espacio urbano (no dice camino, sino calle), externo, para transitar. Y hay tres posibilidades: a) Sex Farderos es el nombre de la calle; b) es donde viven o transitan los farderos sexuales; o c) ambas, quizás una consecuencia de la otra, y expresado como metáfora. Pero para agilizar un poco el análisis, podemos añadir que en esta calle juegan viejos, y que esos juegos o esos viejos unen distintos elementos, de los que hay que buscar un campo semántico común. Y como aún sigue punzando la hipótesis del título, yo interpreto que esos viejos son los farderos sexuales, y que esos juegos son sexuales, ya que el campo semántico que encuentro es el de una habitación, que a ratos toma tintes de calabozo, de ruedo, y donde caben incluso los sueños. ¿Qué une el sexo, los viejos farderos, los fardos sexuales, los juegos, la habitación y los sueños? Concluyo que hablamos de una calle donde hay habitaciones para el sexo de los viejos, y que los fardos son, metafóricamente, las mujeres con las que se tiene sexo, a quienes se usa y manipula, como auténticos fardos. Es decir: Sex farderos es una calle de prostitutas. ¿La siguiente estrofa lo corroborará?
Primero, hay que decir que toda la segunda estrofa es una serie de vocativos, de llamados imperativos, a gritos. A alguien se le llama, para que vaya o venga “a la baranda”, que traiga “la muñeca”, y que sea en grupos, juntos. ¿A quiénes? El uso del vocativo “¡ese!”, reconocible para el mexicano, señala familiaridad, pero también un origen urbano, barriero. Y se dirige a un hombre primero, pero sugiere después un grupo de hombres. Concluyo: los viejos, los farderos. Es decir: los clientes de las prostitutas, las muñecas. ¿Por qué se les llama? Lo resuelve la tercera estrofa: porque se les avisa, eufóricamente, que llegaron las nenas, que son muy lindas, una “cual sandía” (¿fresca?, ¿colorada, acaso de las mejillas o los labios?) y otra que, o llega en compañía de su madre (¿matrona?), o quizá se cuenta que se fue de regreso hacia donde su madre está (¿escapando de este mundo sórdido?). José Elorza lo deja abierto, no da más pistas. Pero me parece que, por todos estos indicios, y siguiendo el método de Barthes, la canción retrata, muy oscuramente —acorde con su sordidez—, una callejuela urbana, perdida, de prostitutas, y/o que posee un burdel, donde los hombres (creo que llamados viejos no por mera edad), uno tras otro, sin pausa, “de sol a sol”, sin escape, viven su sexualidad marginal, decadente, que usa a las mujeres como fardos, despojos humanos, “muñecas” de placer vacío y limitadísimo, fugaz, miserable, “nenas” de la agonía y la derrota más absolutas, pues la única alegría es la paupérrima novedad de la llegada de prostitutas nuevas al burdel o a la calle, y todos se agolpan al llamado del que avisa, para ser testigos del mínimo movimiento que alcanza a esas vidas sin escape. He ahí mi interpretación. Bienvenidas todas las que existan.
De esta manera, José Elorza nos entrega una letra muy enigmática, tenebrosa, donde los indicios sugieren lo mínimo posible. Pero no cabe duda que esa elección límite requiere un cuidado enorme, un trabajo de eliminación seguramente extenuante, que marca un gran oficio, pues en general el error del principiante es querer decirlo todo, expresar y expresar, para estar en el texto, pues aún no ha aprendido que el mérito es no notar al autor. Evidentemente, Elorza no ejerce crítica obvia, pronunciamiento moral ni sermón fácil. Sólo muestra, con un dejo irónico, para que el escucha reflexione y llegue a sus propias emociones y juicios ante lo descrito. El gran trabajo formal de Sex Farderos se centra en la elección precisa de esos elementos mínimos, que contengan una gran carga connotativa, y al mismo tiempo la denotativa menor posible, y sin que se repitan los recursos estilísticos. Así, el tono críptico, pero al fin narrativo, solemne y con narrador omnisciente de la primera estrofa (pero que se rompe al usar “hermano” y se revela como discreto narrador personaje) no tiene nada que ver con el estilo de la segunda, en la que acude a la figura retórica de conversión con el vocativo “¡ese!”, al léxico familiar y marginal urbano, y al narrador personaje pleno. Como podemos ver, limitar el lenguaje y eliminar elementos es en realidad la consecuencia de un elaboradísimo trabajo estilístico y poético, y el abstraccionismo literario de Sex Farderos muestra la gran capacidad creativa de José Elorza. Una letra única, brillante, y como podemos ver si logramos encontrar su significado escondido, muy profunda, fuerte, durísima y emocional.
Al igual que en Viaducto Piedad, Cecilia Toussaint interpreta magistralmente Sex Farderos, con una energía impactante. Ya dijimos que su fuerte es la potencia, la garra. Aquí el arreglo es impecable e intenso. La figura de guitarra eléctrica rítmica que sostiene toda la pieza (y que recuerda la de la ya revisada Corazón de cacto del otro gran compositor de Cecilia: Jaime López) es densa, ácida, de un hard rock poderoso. Y una vez más, el solo de requinto de José Luis Domínguez es desgarrador, alucinante, con un pedal distorsionador muy bien ecualizado, preciso.
De esta manera, Sex Farderos es una gran pieza, una obra cumbre del rock mexicano más vanguardista y atrevido. Una rola límite, que representa el verdadero desafío del arte contemporáneo.
Este es uno de mis discos entrañables y favoritos de cualquier género y época, me gusta desde la primera nota hasta la última, no sólo tiene para mí valor estético sino sentimental e histórico-social, era el primer disco de una roquera mayor que escuchaba desde Baby Bátiz y Norma Valdéz, creo que abrió una época y rompió esquemas.
ResponderEliminarCoincido contigo, Ariel, para mí también ese disco significó todo eso (la única rola que quitaría es "La viuda negra").
ResponderEliminarYo agregaría a la lista de rockeras previas a Mayita Campos, y junto a Cecilia, pese a que no grabó solista, en ese momento histórico siempre pondría a Emilia Almazán, aunque ya sé que no era rock clásico, eléctrico.
Estimado Pingüino una excelente forma de analizar esta Rola, hace un buen de años cuando salió este disco de Cecilia, las principales canciones que sonaron en la radio fueron “prendedor”, “la primera calle de la soledad”, “tres metros bajo tierra” y “en esta Ciudad”, y a mi gusto “sex farderos” solo era un “relleno” de ese disco, a mi siempre me pareció que hablaba de una orgia.
ResponderEliminarDe varios conciertos que tengo grabados de Cecilia y de tantos conciertos a los que personalmente fui, no recuerdo que Cecilia haya hecho alguna alusión al contenido de esta canción.
Pero con tu sapiencia mi buen Pingüino desnudaste la canción y me mostraste la calidad de la letra y su estructura musical, a mi gusto ninguna de las canciones de este disco debería haber estado entre las 100 y sin embargo “viaducto piedad” en el 22 y “sex farderos” en el 11 me asombran, me sorprende y estaré buscando entre mis discos cuantas rolas tengo del Buen Jose Elorza, que hasta donde se, el no ha grabado ningún disco o demo.
saludos!!
Gracias por la opinión, amigo Margarito. Al contrario de lo que señalas, yo creo que al menos 3 rolas más de este disco pudieron haber quedado prfectamente en la lista (si el blog fuera sólo sobre mis gustos, sin duda estarían, pero como ya dije, el gusto nunca será un criterio válido para un análisis profesional): "Astrágalo" del mismo Elorza, y "Bulldog blues" y "Ámame en un hotel", por su humor de gran calidad, ambas de Jaime López. Para mí, como dijo el amigo Ariel, uno de lo discos claves de la historia del rock mexicano.
ResponderEliminarEfectivamente Pepe Elorza nunca grabó disco solista, pero sí existe alguna rola suya grabada por él mismo, si mal no recuerdo, en el disco de la banda sonora de la película "Ciudad de ciegos", que se consigue por ahí en alguno de los blogs que recomiendo. Hace mucho que no lo oigo, así que en una de esas lo reviso en algún momento.
Un abrazo.
Tu interpretación de la letra me ha hecho pensar. Pero se me ocurre otra solución, para el título:
ResponderEliminarCuando aparecen los Sex Pistols, en México no se conocieron ampliamente sino unos años después, quizá para el '78. Muchas bandas de rock que surgen en esos años, no sólo en México, y que no trascienden, usan el término SEX antes de sus nombres. La más conocida, creo, es, Sex Humillados. Era un tanto homenaje a los ingleses, y también una busqueda de ser contestatarios, a pesar de la contradicción radicada en la imitación.
Farderos tiene un sentimo muy específico en nuestro contexto. Un fardero es una persona que se mete a robar pequeñas cantidades de objetos en las tiendas. Alguien que saca constantemente libros de las librerías, ocultos bajo el sueter, es un fardero.
Sex Farderos pordía ser el nombre de una banda de rock hipotética. O de una pandilla inspirada en ambas cosas. Quizá una pequeña pandilla de farderos.
En cuanto a la letra, sólo se me ocurre que estos Farderos del Sexo podrían ser ladrones de amor, una modalidad nueva de farderos, que env ez de robar en tiendas, roban en burdeles, roban placer. Pero no me atrevo a intentar una explicación más profunda.
Mil gracias por el aporte de tu interpretación, estimado Jorge, sobre todo por esos datos o premisas que la posibilitan. Traté de revisar la letra asumiendo tu interpretación (algo muy habitual con las de los alumnos cuando uno da clases de literatura, por lo demás), pero la idea de la banda de rock o la pandilla me dejaba demasiados cabos sueltos, preguntas sin respuesta, y como digo en el post mismo, esa es una clave para empezar a dudar de la interpretación. Además, me parece aún más rebuscada de lo que de por sí provoca una rola tan oscura, y sin que sea ley auténtica, suelo creer en ese principio de la ciencia que dice que la explicación más simple tiende a ser la verdadera, así que si lo sumo a lo anterior, me sigue convenciendo más mi propia interpretación, porque me sigue contestando todo lo que se me ocurre. Obviamente si alguien hiciera un cuestionamiento que no me responda satisfactoriamente, o si apareciera otra interpretación que responda mejor esas preguntas, cambiaría sin dudarlo de interpretación, como debe ser. Como he reiterado varias veces, todo es discutible, y se agradece mucho cada propuesta nueva. Si te dan ganas de profundizar más en ella y compartirla aquí, sería genial.
ResponderEliminarUn gran saludo, y gracias por el interés.
Hace tiempo que no me daba mi vuelta por acá. En la ciencia es cierto que debe preferirse la solución más sencilla, pero el análisis y la interpretación de textos no es una ciencia, sino otra cosa (arte, oficio, ideología, no lo sé del todo, porque en cada espacio adquiere características diferentes).
ResponderEliminarPor cierto, gracias por crear este sitio, aunque la mayoría (pienso) de los artistas que aparecen aquí ya los conocía de nombre, no a todos me había acercado de oído. Por ejemplo, a Gerardo Enciso no lo había escuchado, por ejemplo; cuando comencé a escuchar rock, a los 10 años más o menos, me fui primero por los Beatles y los Rolling Stones, luego, poco después, con Nirvana, the Cure, Sepultura, Iron Maiden y de ahí, brinqué al gothic rock y deathrock; al rock mexicano me asomé un poco tarde, después de los 22 años (aunque a los 18 fui a un concierto de Cecilia Toussaint al que me regalaron boletos, y previamente fui a comprarme un cassette para saber qué tocaba y aprenderme alguna canción). Pero ahora que estoy en esto, acá seguiré.
Estupendo, estimado Jorge, será un gran gusto leer tus comentarios.
ResponderEliminarRespecto a lo de preferir la explicación más sencilla, no se trata tanto de "preferirla". El postulado original dice: "la explicación más sencilla tiende a ser la verdadera". Yo la tomo en cuenta, pero siempre como un punto de apoyo analítico más, no sola, y sobre todo referido a que la interpretación me responda de manera más sencilla todos los cuestionamientos que me surjan de ella, y no que queden demasiado forzados, porque si no, uno corre el riesgo de poner las premisas al servicio de la conclusión preestablecida, y no al revés, como debe ser, que las premisas lleven a la conclusión.
Muchos saludos, y me alegra tenerte de vuelta por acá.
Me gustó el analisis, pero una cosa que hay que puntualizar es que "farderos" es tambien una definición de aquellos que roban ocultando la mercancia en su ropa, lo cual vendría a corroborar la tesis de la prostitución callejera en que los "Sex farderos" en esencia traen la "mercancía" oculta en su ropa.
ResponderEliminarMuchas gracias por aportar, estimado Willy, ojalá lo sigas haciendo.
ResponderEliminarMe parece bastante posible tu interpretación. Yo insisto en la mía respecto a "farderos" porque es la que más me sigue convenciendo, pero al parecer coincidimos en lo general del tema, lo que no significa, por supuesto, que sea la "verdadera", como ya expliqué.
muchos saludos.
Amigo Juan, este es justo uno de los temas que comentamos hace poco, las licencias que en poesía son imperdonables,, pero que en la letra de canción no lo son tanto. Obviamente si un compositor de rolas logra acentuar correctamente es muestra de un mayor nivel letrístico, y claro que hay varios que lo consiguen, pero se permite hacerlo sin tanta severidad porque la música es un corsé demasiado limitante en ocasiones, algo que no ocurre con el poema, de ahí la diferencia de criterios. Justo por eso se decía al principio de la historia del rock hispanoamericano que nuestra lengua no servía para hacer canciones de rock, porque es un género que tiende a los finales de palabras agudas, que son más bien escasas, y eso propicia estos "ajustes" forzados. Obviamente el tiempo desmentiría esa imposibilidad, pero sí es cierto que el castellano está formado mayoritariamente de palabras graves, y por un motivo de teoría musical el rock tiende a las agudas. Mi opinión personal es que, compartiendo que no es lo mejor, me parece una de las licencias de la letra de canción. No así los errores gramaticales, que no se pueden achacar a los límites de la música. Como bien señala Federico Arana, cuando los viejos de la época del rock'n'roll criticaban el supuesto mal lenguaje del rock, curiosamente no decían nada del espantoso error de concordancia de "que diez años no es nada" del tango "Volver", que tanto disfrutaban. Curioso, ¿no? Y ahí no hay justificación que valga...
ResponderEliminarUN abrazo.
Pues has cubierto casi todo, amigo Juan. Sólo agregaría del mismo Arana "Roqueros y folcloroides" (y de paso "Yo, mariachi", que es hilarante, pero ficción), y de rock los materiales críticos de Antonio Malacara y David Cortés. Y también se pueden añadir obras de ficción a lo contracultural, como "Pasaban en silencio nuestros dioses" y "No todos los hombres son románticos" de Héctor Manjarrez, "De perfil", "La tumba", "Se está haciendo tarde (final en laguna)" y "Abolición de la propiedad" de José Agustín, la obra de Juan Villoro, y el libro "Rupestre" (que además se consigue gratis en PDF en internet, lo mismo que el documental homónimo), Es lo que se me ocurre así, al vuelo...
ResponderEliminarMil gracias por el ofrecimiento, amigo Juan, y por supuesto que me interesa mucho el libro, así que te agradecería si me lo mandas. Yo también te felicito por la mención, y sí, es de mucho agradecer que lo tomen en cuenta a uno, sobre todo gente a quien se respeta.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias de nuevo.