jueves, 20 de mayo de 2010

30. UN MEDIODÍA TRISTE

Letra: José Cruz.
Música: José Cruz y Fernando Ábrego.
Intérprete: Real de Catorce.
Disco: Tiempos obscuros.



“Un mediodía triste, viendo el lomo gris del metro
aplanando la banqueta,
mientras derrite el asfalto un sol blanco y voraz”.

“Pasan los delfines como almas en pena,
consortes de la muerte que se sube al mundo sin pagar boleto.
El viento aúlla canciones flacas.
Gente hay una peste, como esperando a Cristo.
Cristo está sentado seguramente
en la tercera fila de un burlesque”.

Hay un bar pequeño,
con la esquina verde,
afuera dormita un organillero.
Tiene espesas cejas
y babea alcohol:
lo cubre la sombra de un ángel bluesero.

Poco movimiento,
es temprana hora.
La ciudad no muestra su cara granosa,
supurante y roja,
sus pelos al pecho,
ni su carne floja.

“La tarde se sienta en el centro viejo,
se baja las medias corridas y sucias,
menea sus pestañas de mujer nocturna
y deja caer la noche al abrir las piernas”.

“Podrías morir de una enfermedad que usa placa y corriente eléctrica,
o sumergido en una plácida niebla de opio,
o montado en las cálidas carnes de una mujer fenicia.
Podrías morir un día cualquiera,
la hora poco importa,
¡son tiempos obscuros,
escucha atento a las sirenas!”.

De una madriguera
surge la pandilla,
por usar espuelas todos son buscados.
Como la marea
de un mar iracundo,
van cubriendo tramos de calles ajenas.
Embarran los muros
de pintura roja;
hay una emoción que fricciona el aire.
Aún no crecen flores en el pavimento.
La ciudad se ha vuelto una novia amarga.

Tengo tres preguntas,
responda el primero:
¿quién mató la noche?,
¿quién abrió la puerta?,
¿descifró este sueño
y se ocultó en el alba?

Ya mencionamos la mitología del arrabal que emplea José Cruz, figura principal de Real de Catorce, con referencias exóticas y poéticas. Quizá Cruz ha sido el único rockstar mexicano auténtico, galán, maldito y talentoso, como una mezcla de Byron y Rimbaud con Jim Morrison y Bono de U2 (sin la carga comercial de este último, y totalmente tirado al blues, sin dejar de explorar otros ritmos, como ya mencionamos). Pero si hay muchas canciones donde se mira este exotismo maldito, sin duda la más representativa, la más extrema, es Un mediodía triste. Aquí, esa mitología se muestra en su expresión máxima, al estilo de Una temporada en el infierno de Rimbaud, Los cantos de Maldoror de Lautrèamont o Las flores del mal de Baudelaire, y aun las Narraciones extraordinarias de Poe. Por Un mediodía triste resuenan la blasfemia, la alegoría sexual cruda, los seres marginales, la ciudad perdida, comparaciones y metáforas ácidas, alternando canto y recitación, para cerrar todo con las desgarradas interrogaciones retóricas de la estrofa final. Un auténtico resumen y testamento de la obra de Real de Catorce y de José Cruz, ahora caído en lamentable desgracia de salud. Una rola muy intensa, ambiciosa, pese a que su melodía es un círculo en tono menor, más o menos simple, muy bluesero. Una postal del lado oscuro, nocturno, oculto capitalino, y sus criaturas olvidadas, miserables. En este caso el exceso es asumido, intencional, porque la ciudad misma lo es: su caos, su falta de límites, su impunidad, su muerte a la vuelta de la esquina. Cada línea nos devuelve esa realidad que omiten los discursos oficiales. Un mediodía triste es una ciudad perdida, un suburbio, una favela. La más clara demostración de que la Ciudad de México lastima, duele en el alma.
Como ya dijimos, la música se basa en un círculo en tono menor. Pero Real de Catorce experimenta, juega con él: lo vuelve lento, lo acelera, introduce una guitarra distorsionada, rechinante, agudísima, unos teclados intensos y reafirmantes, con sonido de metales y cuerdas, y un solo de saxofón sensual, de arrabal, pero desgarrado. Por su parte, la voz de José Cruz también explora, pasea, se desgañita en un grito o se vuelve casi ronroneo en su lamento, en su caída emocional.
Sin duda en Un mediodía triste Real de Catorce se explaya, se arriesga al máximo. Quizás a algunos les irriten sus excesos, pero resulta imposible no admirar el esfuerzo de alcanzar la canción total, límite, tanto en su ambición poética, como en la variedad de su arreglo.

6 comentarios:

  1. Sin duda este es uno de nuestros músicos más talentosos de toda la historia del rock nacional, teniendo como base el blues, su pasión, siempre encuentra formas de ampliarlo sin distorsionarlo ni abaratarlo.

    Apesar de la obvia referencia a los poetas malditos que mencionas, Cruz sabe hacer letras convincentes, consistentes y hasta poéticas y por si fuera poco, sin tener una gran voz, explota de forma genial lo que tiene.

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  2. Completamente de acuerdo, estimado Ariel. Y uno de sus mayores méritos es reaccionar cuando se veía venir el peligro del autoplagio. Otro, hubiera cedido a él, o al menos le hubiera llevado más tiempo darse cuenta, alcanzar esa autocrítica. Tras ciertas reiteraciones casi inevitables (no se puede exigir esa perfección), Cruz supo girar, posiblemente impulsado por el terrible momento que ha tenido que vivir. Pero otros no reaccionan ni con eso...
    Un abrazo.

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  3. Grandioso!! Como ver a la ciudad caerse y hacer poesía con ella, los jodidos, los que no creen en dios, pero que tienen leve esperanza con el ángel bluesero, de verlo oculto en el alba.
    la noche sea!!

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  4. aaa gran rola esta ..un medio dia triste...de acuerdo una de las mas representativas....hermosa cancion...buenas conclusiones en tus criticas ....de antemano un cordial saludo.../JuanSilva...

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  5. Igual para ti, estimado Juan, y muchas gracias por las palabras.
    Un abrazo.

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