Intérprete: Nota Roja.
Disco: Nota Roja.
aprisionada en lo sensible de mi piel
—iba yo camino de tu casa,
el sol escurría bajo mis pies—.
“¡Mucho gusto, enfermo al conocerte!”,
te dije, con calor, esa primera vez.
Tú cocinabas en el horno
un gran pastel para la fiesta de un francés;
yo nunca pensé que, al convidarme,
qué sorpresa iba a llevarme:
toda la crema era para él.
Retiré del campo el ego herido,
y te dejé dormir, pendiendo de un reloj.
Hasta el día en que me raspé un recuerdo,
que estaba fijo a tu cintura, y me prendió.
Conseguí llevarte a una reunión;
tú me pediste una canción en español.
Tomábamos ron del mismo vaso,
cuando se quedó mi abrazo
entre la puerta y tu adiós.
Un día en que trataba de enterrarte,
en una fila militante te encontré
—ahogados de entusiasmo solidario,
marchamos varias cuadras juntos, sin hablarnos—.
Me esforcé en apenas saludarte;
te molestó ese “¡camarada!” descortés.
Y es que me he pasado el calendario
en establecimiento diario
de tu amor.
Sin sueños, sin ilusión dorada:
entre tú y yo no ha habido nada,
como no sea esta canción.
Si como On’tá ya habían creado canciones magníficas, pero más cercanas a lo trovadoresco, como la ya analizada Padre, padre, cuando Jorge Jufresa y Jesús Echavarría crearon Nota Roja, la mayor influencia rockera propició un único disco notabilísimo, rico en matices y nuevas propuestas sonoras y letrísticas. El pastel es un ejemplo extraordinario del nivel de inteligencia del grupo. El humor finísimo con el que Jesús Echavarría relata su malogrado amor juvenil, recuerda Marieta de Javier Krahe y Esqueleto de Choluis, pero con un manejo muy superior del lenguaje y los recursos literarios, mucho más intelectual, al estilo del humor de Woody Allen. No podemos dejar de reír ante la pequeña tragedia de la relación frustrada, que nunca tuvo esperanzas reales, y que se topó una y otra vez con reveses cercanos al ridículo para el protagonista. Si Ramón Gómez de la Serna definió su propia creación, la greguería, como “humor+metáfora”, la misma fórmula puede aplicarse para definir El pastel, pues la ironía sutil que encierra se plasma con un lenguaje poético rico, imaginativo y bello, con gran elipsis narrativa y metáforas y prosopopeyas redondas, realmente perfectas. ¿Quién no tiene un fracaso amoroso similar, un ridículo semejante, una historia de amor que nunca tuvo ninguna posibilidad? Pero el nivel de la rola no se centra en lo familiar que resulta la experiencia que relata, sino en la sutileza fina, la manera de reírse de sí mismo, el control absoluto de las imágenes que emplea el compositor, un verdadero prodigio estilístico.
Al igual que en la ya revisada Pastel Artaud de Mamá-Z, aquí el pastel es el símbolo que resume lo inalcanzable del éxito con esa mujer que es pura distancia, lo ajeno personificado. Recibir una rebanada, que es sólo una limosna, y notar que toda la crema se la sirvió a otro, es de una crueldad hilarante, pero cercanísima, cotidiana, el pastel nuestro de cada día, sobre todo para el romántico empedernido, anacrónico, sin cabida en el mundo contemporáneo. Así, El pastel es un nuevo Quijote de la Mancha, pero aquí la Dulcinea es más que un espejismo: es la realidad, la posibilidad, pero siempre de otro, en esta versión nueva y tragicómica del suplicio de Tántalo. Al final, como en Por el camino de Swann de Proust, la ironía mayor es haber perdido el alma, el corazón y el seso por una persona “que ni siquiera era mi tipo”, como se muestra una y otra vez a lo largo de todas los episodios chuscos de El pastel.
Pero si el humor de la letra es brillante, la melodía y el arreglo que la acompañan son maravillosos, no podían ser más coherentes con su naturaleza. Una vez más estamos ante una especie de fox trot, dixieland o charleston, como vimos al hablar de El abordaje de Fernando Delgadillo, y que también recuerda When I’m sixty-four y Honey pie de los Beatles, Canción del maleante de La Nopalera, A mi mujer de Lucerna Diogenis, Mi más viejo amor de Armando Rosas y La Camerata Rupestre, No te hagas de El Personal y hasta las que lo fusionan con el folk como I-Feel-Like-I'm-Fixin'-to-Die de Country Joe and The Fish y The 59th Street Bridge song (feelin' groovy) de Simon & Garfunkel. Sólo que quizá en El pastel la instrumentación de Nota Roja es más ambiciosa, más amplia, que en las otras canciones semejantes del rock mexicano. Los alientos, la guitarra eléctrica, el piano, sostienen el armazón de la melodía, y le imprimen una ligereza, una amenidad muy disfrutables. Además, la voz de Jesús Echavarría no podía ser más adecuada: fresca, festiva, cristalina, comparable a la de Arturo Cipriano o el mejor Francisco Barrios El mastuerzo en timbre y modulación.
Por lo tanto, El pastel es una canción logradísima, prácticamente sin imperfecciones, una verdadera lección de inteligencia y talento para los rockeros mexicanos. Una canción que debería ser un clásico, lamentablemente poco conocida, en una más de las contradicciones de la música nacional.
Al igual que en la ya revisada Pastel Artaud de Mamá-Z, aquí el pastel es el símbolo que resume lo inalcanzable del éxito con esa mujer que es pura distancia, lo ajeno personificado. Recibir una rebanada, que es sólo una limosna, y notar que toda la crema se la sirvió a otro, es de una crueldad hilarante, pero cercanísima, cotidiana, el pastel nuestro de cada día, sobre todo para el romántico empedernido, anacrónico, sin cabida en el mundo contemporáneo. Así, El pastel es un nuevo Quijote de la Mancha, pero aquí la Dulcinea es más que un espejismo: es la realidad, la posibilidad, pero siempre de otro, en esta versión nueva y tragicómica del suplicio de Tántalo. Al final, como en Por el camino de Swann de Proust, la ironía mayor es haber perdido el alma, el corazón y el seso por una persona “que ni siquiera era mi tipo”, como se muestra una y otra vez a lo largo de todas los episodios chuscos de El pastel.
Pero si el humor de la letra es brillante, la melodía y el arreglo que la acompañan son maravillosos, no podían ser más coherentes con su naturaleza. Una vez más estamos ante una especie de fox trot, dixieland o charleston, como vimos al hablar de El abordaje de Fernando Delgadillo, y que también recuerda When I’m sixty-four y Honey pie de los Beatles, Canción del maleante de La Nopalera, A mi mujer de Lucerna Diogenis, Mi más viejo amor de Armando Rosas y La Camerata Rupestre, No te hagas de El Personal y hasta las que lo fusionan con el folk como I-Feel-Like-I'm-Fixin'-to-Die de Country Joe and The Fish y The 59th Street Bridge song (feelin' groovy) de Simon & Garfunkel. Sólo que quizá en El pastel la instrumentación de Nota Roja es más ambiciosa, más amplia, que en las otras canciones semejantes del rock mexicano. Los alientos, la guitarra eléctrica, el piano, sostienen el armazón de la melodía, y le imprimen una ligereza, una amenidad muy disfrutables. Además, la voz de Jesús Echavarría no podía ser más adecuada: fresca, festiva, cristalina, comparable a la de Arturo Cipriano o el mejor Francisco Barrios El mastuerzo en timbre y modulación.
Por lo tanto, El pastel es una canción logradísima, prácticamente sin imperfecciones, una verdadera lección de inteligencia y talento para los rockeros mexicanos. Una canción que debería ser un clásico, lamentablemente poco conocida, en una más de las contradicciones de la música nacional.
On'ta siempre me gustó, desde el principio se salían del esquema de los grupos de canto nuevo, en temática y en arreglos musicales y en los setentas sólo ellos y La Nopa lo hacían, cuando escuché a Nota Roja, me pareció en principio que habían hecho un disco de rock fallido, no terminaban de convencerme, con los años y audiciones más aplicadas lo fui revalorando, siempre he tenido la idea de que la vena roquera en Nota la trajeron los Quzada y Humberto Álvarez que ya hacían música entre roquera y jazz, ¿cómo ves esto tú?
ResponderEliminarCierto, mi estimado Ariel. Y de hecho, después de MCC, en que Álvarez y Quezadas coincidieron, ambos han vuelto en solitario a la trova, al jazz y al progresivo, quizá en una buena lección para los que se sienten "ofendidos" ante la "traición" a un solo género. En el caso de On'tá y Nota Roja, también noto una vena rockera importante en Jufresa y los hermanos Echavarría, además del momento histórico, de transición musical, que ambos grupos vivían (otra que pasó por lo mismo, hay que recordarlo, fue la propia Cecilia Toussaint, ex-Nopalera, y hay varios ejemplos más). Cuando los trovadores comprendieron que las influencias rockeras los enriquecían en lugar de empobrecerlos, hubo una afortunada apertura, como bien señala (y ya cité) Federico Arana en "Roqueros y folcloroides". Y ese también es el sentido de los 5 bonus tracks incluidos en este blog.
ResponderEliminarLucerna DIOGENIS también incursionó en estos géneros, con una rolita, ciertamente celebrada mucho por los escasos seguidores que aún perviven. Se llamaba A mi mujer, su letra me gusta más que La rata inmigrante, porque tiene un estilo gabacho de jugar al homenaje. Además, participó en los teclados el desaparecido Cacho Duvanced, logrando que el cd Nube alcanzara vuelos profesionales. Sé que dificilmente calificaría en tu blog, pero quizás alguien que esté interesado quiera escucharla, para ello lo remitiría a lucernadiogenis.tk un estupedo blog mantenido a flote por Jorge el Yorch Meneses. Gracias por la atención. Gerry Meneses
ResponderEliminarGracias de nuevo, Gerry. Conozco la rola que mencionas (en realidad creo que todo el trabajo que hicieron en Lucerna). Como dije en la PRESENTACIÓN, en el único ámbito que puedo presumir es en el de coleccionista de rock, especialmente mexicano, y de todas las épocas y géneros, seguramente en buena parte por tantos años escombrando anaqueles, puestos callejeros, el Chopo y ahora internet... Coincido en que la letra de "A mi mujer" es mejor que la de "La rata inmigrante", pero como dije en el post respectivo, es la música, y sobre todo el arreglo progresivo, los que elevaron su calificación. Pero no cometeré la impertinencia de discutir una rola con su autor (je je), así que sólo queda agradecer el aporte de su página web (me parece que no es blog, ¿o sí?), que además conocí al buscar fotos para los posts sobre el grupo. Felicitaciones, y gracias por el dato.
ResponderEliminarSaludos.
mi estimado pinguino estas dos rolas si son una novedad para mi,hace muy poco vi algo de on ta en otro blog,pero es hasta ahora que los escucho muy efectivas las dos rolas, lo que me gustaría para enriquecer la informacíon es que se incluyeran los años en que se grabarón las rolas.
ResponderEliminarTe agradezco la sugerencia, estimado Simón, pero ese ya es un trabajo que hubiera retrasado mucho la publicación de este blog (y del otro). También la idea es que este espacio sea una puerta, y que la difusión de los músicos lleve a los visitantes a buscar más información en la web, en espacios que tengan ese sentido más informativo, porque aquí lo cntral es el análisis de las canciones.
ResponderEliminarMuchos saludos.
Afortunadamente hay quienes saben de buen rock mexicano, para mi fue increible que mi papá me pasara este link, yo creci de algún modo escuchando este movimiento, he ido a infinidades de lugares buscando este disco de nota roja y no he tenido suerte, sin embargo escucharlo aqui en un blog esta de lujo, esta rola es una joyita que hay que guardarla muy bien.....de manera personal creo que faltaron algunas rolas que no aparecen por aca...sin embargo te felicito por este trabajo que se pudiera catalogar como de investigacion antropológica....!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, estimado Anónimo, y coincido plenamente con tu opinión sobre Nota roja. En alguno de los blogs que recomiendo aquí se consigue su disco, así que sólo hay que buscarle.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por la visita.
Buen día de la AMISTAD, mi estimado Pingüino, y con esta rolita que como comentas solo son amores quiméricos o mas bien nos hacen creer que si les interesamos y a la hora no somos nada, ojala y te toque una rebanada del pastel y mucha crema, jejeje.
ResponderEliminarGracias, por el aporte un abrazo, bien picuda la rolita y mas que no la conocía.
Un abrazo igual, amigo Margarito. Perece que no somos muy buenos para que nos toque pastel... Ni hablar...
ResponderEliminarRecién encuentro este magnifico blog de excelente música de rock mexicano, pero sin duda mi más grata sorpresa es encontrar entre esta selección a un grupo que prácticamente pasó inadvertido para muchos melómanos, y sólo un marginal grupo se interesó por este disco en particular. Agradezco al Pingüino, y ojalá puedas también subir las otras canciones del disco.
ResponderEliminarMil gracias, estimado Ernesto, y ojalá sigas visitando este y el otro blog, y aportando tus comentarios.
ResponderEliminarEste blog ya está terminado, pero en el otro sin duda seguirán apareciendo cosas de On'tá y Nota Roja.
Y respecto a la marginalidad de Nota Roja, no es de extrañar en el subdesarrollo del país. Mucho de lo más valioso del rock mexicano y aun de otros géneros es inédito o de muy escaso tiraje, y con ninguna difusión. Este y el otro blog intentan contrarrestar eso, así que agradezco la valoración.
Muchos saludos.
Mil gracias por la ayuda, amigo Juan, y qué gusto verte de nuevo por acá. Y mira que te correspondo, porque soy asiduo a tu estupendo blog.
ResponderEliminarTienes toda la razón respecto al primer señalamiento. Esto de transcribir las letras a veces lo pone a uno en serios aprietos. Sin minimizar la culpa propia, lo dificulta mucho la calidad de las grabaciones del rock mexicano, siempre de presupuestos bajos y recursos limitados. En este caso, por venir de un vinilo de los primeros del rock mexicano post-covers, me llevó a este error. Lo corregiré en cuanto pueda.
Respecto al segundo caso, en realidad me parece que ambas formas podrían ser, amigo Juan. El sentido cambia de una forma a otra, pero ambas tienen su lógica, así que en realidad no sé cuál escoger. Me inclino por la que yo elegí, porque la parte "te dije" queda mejor, gramaticalmente hablando (es una forma que cierra la frase "hablada" del personaje), y porque sería una metida de pata por nervios, muy similar a la del grito "¡camarada!" que vendrá después. La forma en que lo pones tú es menos lógica en su gramática (implicaría un hipérbaton, así que es literariamente posible igual, aclaro), y sería meramente descriptiva, lo que no me suena mucho, porque volvería "enfermo" un adjetivo un tanto gratuito, y la forma en que yo lo pongo, lo hace un verbo, torpemente elegido, exagerado, propio del estado nervioso del personaje, lo que me parece más lógico con el resto de la narración. Por todo esto, me sigue convenciendo más mi forma de ponerlo, pero insisto: ambas son posibles, desde su propia lógica (en todo caso, como tú lo pones no le dice "enfermo" a ella, no sólo porque habría un error de género, sino porque claramente se refiere a sí mismo).
Un abrazo, y gracias de nuevo.
Un abrazo, igual, amigo Juan, y me seguirá alegrando mucho que aportes por acá. Salud.
ResponderEliminar1. padecimiento=correcto
ResponderEliminar2. Mucho gusto enfermo de conocerte te dijo aquel calor esa primera vez.