Letra y música: José Luis Campos, Choluis.
Intérprete: Trolebús.
Disco: Trolebús en sentido contrario.
Intérprete: Trolebús.
Disco: Trolebús en sentido contrario.
Chuta la pelota ese machín,
hasta el fondo de las mallas.
Pellizcando el cuero, su gambeta nunca falla
para echar piropos a las chavas
chapeadas.
Driblando entre chela y chela,
llegando chido a la fonda de Chabela,
a la cruda le dio la voltereta,
cinco garnachas por piocha,
por piocha.
El barrio lo prende de las greñas, sí señor,
en noches de centellas,
abriendo un pomo,
comiendo poco,
horgando un queso,
tirando verbo loco:
“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, ah ah,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, me cae”.
Una sopita de pichón en el ring
le dan de papear a ese machín.
A esa güera que viaja en el delfín,
al roce de un fajín,
de un fajín.
Silbando hasta la madrugada
viejas rolas de Agustín Lara,
¡aguas con tirarle un albur a la chotaya,
o te lleva La tiznada,
tostada!
El barrio lo prende de las greñas, sí señor,
en noches de centellas,
abriendo un pomo,
comiendo poco,
horgando un queso,
tirando verbo loco:
“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, ah ah,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, me cae,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco”.
hasta el fondo de las mallas.
Pellizcando el cuero, su gambeta nunca falla
para echar piropos a las chavas
chapeadas.
Driblando entre chela y chela,
llegando chido a la fonda de Chabela,
a la cruda le dio la voltereta,
cinco garnachas por piocha,
por piocha.
El barrio lo prende de las greñas, sí señor,
en noches de centellas,
abriendo un pomo,
comiendo poco,
horgando un queso,
tirando verbo loco:
“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, ah ah,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, me cae”.
Una sopita de pichón en el ring
le dan de papear a ese machín.
A esa güera que viaja en el delfín,
al roce de un fajín,
de un fajín.
Silbando hasta la madrugada
viejas rolas de Agustín Lara,
¡aguas con tirarle un albur a la chotaya,
o te lleva La tiznada,
tostada!
El barrio lo prende de las greñas, sí señor,
en noches de centellas,
abriendo un pomo,
comiendo poco,
horgando un queso,
tirando verbo loco:
“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, ah ah,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco, me cae,
loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco”.
No se puede poner en duda el ingenio de José Luis Campos García, más conocido como Choluis. Cantante y compositor mayoritario del material de Trolebús, Choluis posee sobrados aciertos en la creación de rolas humorísticas. Pero como siempre, algunas creaciones se logran, pero otras no tanto. Cuando el humor viene acompañado de un trasfondo más ambicioso que sólo conseguir la risa o la sonrisa, entonces estamos ante un auténtico hallazgo. Muchas veces Choluis lo consigue, como en Esqueleto, ¡Chin, pum, cuas! o Córtate esas greñas. Pero otras ocasiones uno siente que cae en cierto facilismo, como si de pronto dijera: “a ver, ¿de qué no he escrito? ¡Ah, de esto!”, y que ahí hace la rola. Hígados calientes sería un claro ejemplo de esta canción fácil, intrascendente, que aporta poco. Obviamente no es un problema exclusivo de Choluis, pero en él de pronto se volvió su piedra de tope. Atletic Tepis es el ejemplo de lo contrario, lo que demuestra que la capacidad de hacer humor profundo sí la tiene, innegable.
Dentro de las disciplinas deportivas tratadas como fenómeno social por las obras artísticas, destaca el boxeo. En cine, películas como Campeón sin corona de Alejandro Galindo, o Nocaut de José Luis García Agraz muestran las consecuencias de derrotas, abusos, mal manejo de un dinero con el que ni siquiera se soñaba, complejos de clase, amigotes parásitos y managers explotadores. Lo mismo pasa en la literatura, en cuentos como El Rayo Macoy de Rafael Ramírez Heredia o El Albañilito Rodríguez de Gustavo Masso. En el rock mexicano, podemos citar las canciones Nocaut de Jaime López y El campeón de Rockdrigo. Pero pese a que se trata del deporte más popular, el fútbol no ha inspirado tantas obras. Cabría mencionar El fútbol de Naftalina, El madruguete del mismo Choluis y Túnel 29 de Guillermo Briseño —desde la posición del fanático—, y alguna otra más por ahí. Pero Atletic Tepis es seguramente la mejor canción sobre el tema. Aquí no se narra la caída del ídolo nacional como en el box, sino el contexto mucho más liviano del futbolista llanero, ídolo si acaso en el barrio nada más. No obstante, el retrato sociológico sí tiene esos alcances, porque cada uno de estos mini-héroes se vuelve El rey del barrio, como en la película de Tin-Tán, una especie de líder comunal, que lo mismo manda en la cancha, que en la cantina, los tiros, la lonchería, el ligue, el albur. Su pequeña gloria no dejará mayor huella que la del momento juvenil y el recuerdo con los amigos y la prole, pero el brillo de su momento de auge se volverá el escape presente y futuro de quien no tiene ni tendrá logros en el resto de su cotidianidad, restringida al trabajo mal remunerado, la mera sobrevivencia, los pocos y destartalados electrodomésticos que se puedan, las horas nocturnas de comedias televisivas y míseras películas de Alfonso Zayas, Rafael Inclán o Lalo el Mimo. Pero lo bailado, lo gozado, los placeres de ese momento de gloria nada podrá borrarlos jamás, aunque no contengan verdadero fondo.
Sobre una música veloz de rock urbano de garra y energía, Choluis jugará con el lenguaje para crear una estampa auténtica, una Comedia humana de Balzac chilango, que retrate esa picaresca barriera del que se maquilla de orgullo y altivez su propia esclavitud de clase. En un acierto estilístico, inserta en la rola una frase alucinada, lúdica y vivificante de la novela Tepito de Armando Ramírez (“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco”), como una voz que, pese a todo, siempre intentará reafirmarse.
Dentro de las disciplinas deportivas tratadas como fenómeno social por las obras artísticas, destaca el boxeo. En cine, películas como Campeón sin corona de Alejandro Galindo, o Nocaut de José Luis García Agraz muestran las consecuencias de derrotas, abusos, mal manejo de un dinero con el que ni siquiera se soñaba, complejos de clase, amigotes parásitos y managers explotadores. Lo mismo pasa en la literatura, en cuentos como El Rayo Macoy de Rafael Ramírez Heredia o El Albañilito Rodríguez de Gustavo Masso. En el rock mexicano, podemos citar las canciones Nocaut de Jaime López y El campeón de Rockdrigo. Pero pese a que se trata del deporte más popular, el fútbol no ha inspirado tantas obras. Cabría mencionar El fútbol de Naftalina, El madruguete del mismo Choluis y Túnel 29 de Guillermo Briseño —desde la posición del fanático—, y alguna otra más por ahí. Pero Atletic Tepis es seguramente la mejor canción sobre el tema. Aquí no se narra la caída del ídolo nacional como en el box, sino el contexto mucho más liviano del futbolista llanero, ídolo si acaso en el barrio nada más. No obstante, el retrato sociológico sí tiene esos alcances, porque cada uno de estos mini-héroes se vuelve El rey del barrio, como en la película de Tin-Tán, una especie de líder comunal, que lo mismo manda en la cancha, que en la cantina, los tiros, la lonchería, el ligue, el albur. Su pequeña gloria no dejará mayor huella que la del momento juvenil y el recuerdo con los amigos y la prole, pero el brillo de su momento de auge se volverá el escape presente y futuro de quien no tiene ni tendrá logros en el resto de su cotidianidad, restringida al trabajo mal remunerado, la mera sobrevivencia, los pocos y destartalados electrodomésticos que se puedan, las horas nocturnas de comedias televisivas y míseras películas de Alfonso Zayas, Rafael Inclán o Lalo el Mimo. Pero lo bailado, lo gozado, los placeres de ese momento de gloria nada podrá borrarlos jamás, aunque no contengan verdadero fondo.
Sobre una música veloz de rock urbano de garra y energía, Choluis jugará con el lenguaje para crear una estampa auténtica, una Comedia humana de Balzac chilango, que retrate esa picaresca barriera del que se maquilla de orgullo y altivez su propia esclavitud de clase. En un acierto estilístico, inserta en la rola una frase alucinada, lúdica y vivificante de la novela Tepito de Armando Ramírez (“loco, coco, te lo coloco por el coco, cojo loco”), como una voz que, pese a todo, siempre intentará reafirmarse.
Estimado Pingüino Elemental: Te agradezco sinceramente la menciónde esta rola en tu selección personal de lo más destacado del rock mexicano. Sobre todo gracias por el análisis que haces de esta canción (y de otras), con tal nivel de profundidad científica y de investigación documentada. Algo inédito, pienso yo, en la historia de rock mexicano. Recomendaré tu espacio y espero que sea apreciado el tremendo trabajo que has realizado. Recibe mis más afectuosos saludos. Choluis.
ResponderEliminarEstimado Choluis:
ResponderEliminarComo dije tras las visitas y los comentarios de Agustín Aguilar, Gerry Meneses y Rodrigo de Oyarzábal, es un verdadero honor que los músicos visiten el blog, porque es su trabajo el que le da sentido a este espacio. Mil gracias por tus generosas palabras, y sobre todo por tu música.
Un afectuoso abrazo.
Que disco ese del trolebús, todo un hito en la música, querido por algunos odiado por muchos, empezaba el boom del rock en tu idioma y ahi estaba el Trole, con su narrativa de barrio, barata y descontón, sonaba en espacio 59 y el Atlético Tepis y la Balada Chilanga, huuu me hace recordar!!
ResponderEliminarALLA POR LOS AÑOS 80S, POCOS CONOCIAN AL TROLEBUS, A EXEPCION DE SU CLASICA BARATA Y DESCONTON, EL RESTO DE SU OBRA CASI SIEMPRE FUE DESCONOCIDA, BUENO Y HASTA LA FECHA. ES CURIOSO VER COMO GRUPOS COMO ESTE PASAN CASI DESAPERCIBIDOS PESE A SU CALIDAD, SIEMPRE EL GRUESO DE LA GENTE TERMINA PREFIRIENDO LO MAS FACIL. EL DISCO DE TROLEBUS EN SENTIDO CONTRARIO, YO LO CONSIDERO UNO DE LOS MAS IMPORTANTES DENTRO DE EL ROCK MEXICANO.
ResponderEliminarPingüino Elemental:
ResponderEliminarMil gracias por el análisis. Pese a que soy un gran admirador de Choluis y, por supuesto, del Trole, no había entendido la totalidad de la letra de esta magnífica rola. Ojalá haya muchos seguidores en tu blog.
Muchísimas gracias por el buen deseo, estimado Anónimo. Yo también lo espero así, pero más por los músicos que se difunden que por mí.
ResponderEliminarUn gran saludo.
Mi querido Pingüino:
ResponderEliminarUn día fuimos Choluis y yo a Tepito a comprar discos en 'La Feria del Disco' y Choluís no paraba de observar todo a su alrededor, entonces me confesó que jamás había andado por el 'Barrio Bravo' y que el 'Atlétic Tepis' lo compuso (siguiendo el síndrome de Agustín Lara con Granada) 'de oídas'.
Uy, que genial anécdota, amigo Rodrigo, y qué gusto leerte de nuevo por aquí. Lo que cuentas del buen Choluis es una muestra más de que la experiencia directa no es necesariamente la más rica, pese a lo que diga el lugar común. Para algo hay referencias, literarias, cinematográficas, y hasta orales de familia, amigos y conocidos, y quien tiene la sensibilidad necesaria, puede "ver" hasta lo que no ha visto, gracias a la información y hasta la imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por cierto, yo sí que era asiduo visitante de Tepis, cuando no era tan peligroso. En su momento, si uno quería Converse blancos, que eran mis favoritos, sólo ahí conseguía, y también cierta ropa. En ese tiempo se iba al mercado, no tanto a los puestos ambulantes de la calle, y recuerdo que sólo ahí vendían un jugo de caña cuya heladura te hacía doler el cerebro, y también unas paletas en forma de cúpula cubiertas de chocolate, que tampoco se encontraban con esa forma y sabor en ningún otro lado. Para serte sincero, ya no me atrevo a ir cuando voy a la capirucha, los cárteles de la droga no eran como ahora...
ResponderEliminarque gusto también saber de tí. Yo fui a Tepis es diferentes formas. Un vez, bajo la asesoría de un operador de RE (Armando Cárdenas) me metí hasta las esntrañas del Barrio Bravo a buscar discos con piezas relacionadas con evangélicos para hacer una campaña de radio. Varias veces a la Feria del Disco y muchas más a la casa de Felipe Ehrenberg y La Bebis Hernández donde, a partir de Biombo Negro, las tertulias se ponían de a peso. En una de ellas Felipe, gentilmente, ofreció dibujar la que sería la portada del segundo disco del Trole: Urbanicidio
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