martes, 1 de junio de 2010

69. UN CURSO INTENSIVO

Letra, música e intérprete: Jaime López.
Disco: Oficio sin beneficio.



¿Te sientes nocivo para la salud?,
¿primer enemigo del status quo?
¿Te dicen bandido por tu juventud?
Si quieres alivio para esa inquietud:
un curso intensivo de decrepitud.

Un toque, una chela, un balón de futbol,
“El disco es cultura”, una bacha de rock,
un libro sudado, de Marx o de Freud.
Si quieres, chamaco, encausar tu afición:
un curso intensivo en desesperación.

Te quedan los guantes colgando del ring,
un póster ya roto, con medio James Dean,
aun algún ídolo ido al bacín,
aquel banderín: “Juventudes del PRI”,
y un curso intensivo de pasta senil.

Te espera una cara de El Loco Valdés;
un coche, modelo Suicidio burgués.
Abierto el escape a la invalidez,
si quieres llegar a causar interés:
un curso intensivo de desinterés.

Para oficinista, la universidad;
un título a plazos por tu facultad.
Pa’ ser mercenario, hay que ser boy scout,
pero si te urge aumentarte la edad:
un curso que reste tu voluntad.

Te quedan los guantes colgando del ring,
un póster ya roto, con medio James Dean,
aun algún ídolo ido al bacín,
aquel banderín: “Juventudes del PRI”.


Una vez más, Jaime López nos entrega una canción sobre los insondables abismos de la política mexicana. En este caso, la degradación ética del joven, que muy pronto traicionará cualquier ideal ante las tentaciones del mínimo (o máximo, según la pura suerte) poder que logre alcanzar. El poeta José Emilio Pacheco dice por ahí: “hoy somos lo que combatíamos hace 20 años”. Pues Un curso intensivo toca el mismo tema: la caída de las convicciones, la traición a los ideales. Pero aquí su herramienta es la ironía sin piedad. La canción suena casi a folleto, a tríptico, a propaganda para reclutar jóvenes y transformarlos en aquello a lo que la naturaleza de su espíritu se oponía: reaccionarios, títeres del sistema mexicano, botín político. En ese sentido, aunque en otra línea de corrupción, también recuerda la canción Welcome to machine de Pink Floyd. De esta manera, Jaime López vuelve a una de sus obsesiones, ya tratada en rolas como Los Rolling Stones nos culparían (que ya revisaremos): la farsa del discurso revolucionario juvenil, fácil y prontamente traicionado ante el menú del enriquecimiento, los privilegios, el mando. Ácida y sin piedad, pero nunca obvia, la riqueza de Un curso intensivo, como la de todo el material de López, es que el tema nunca se come al cuidado de la forma, a su intención plenamente artística. Los grandes letristas del rock mexicano (y en general los verdaderos artistas), entienden (y practican) la contundencia de la Teoría del iceberg de Hemingway: que lo verdaderamente importante de una obra es lo que no se ve (o se dice, escribe, capta, narra), lo que se insinúa, pero sin obviarlo. Si no fuera así, estaríamos ante el panfleto, el libelo, la propaganda que esta misma canción parodia. Pero nunca ante el arte. Un curso intensivo, pese a la fuerza de su fondo, siempre privilegia lo que hay que privilegiar: la inteligencia, el uso del lenguaje, el estilo. Porque, al final, el sentido crítico igual permanece, pero sin hacérselo tan digerible al oyente, convidándolo a la interpretación, al análisis, a la reflexión. Hace su trabajo: no el nuestro. Como debe ser. Y el trabajo de López es impecable y originalísimo, al armar estas enumeraciones del mundo juvenil, para destrozarlas desde la perspectiva del demonio tentador político, y hacer tambalear ese mundo en el que tanto ha creído la posible presa, con una sola frase. Estilísticamente extraordinaria.
La música de Un curso intensivo es curiosa. Una especie de lento de cabaret o vodevil, pero a pura guitarra acústica, lo que lo hace poco notorio. Por su parte, la figura de refuerzo de tres semitonos mayores sucesivos que caen en la tónica, le da su aire rocanrolero. La suma de todo esto, más el uso de la voz, totalmente lúdico, con énfasis y prolongaciones divertidas, crean una melodía jocosa, liviana, y así la canción se vuelve una especie de anticonsejo para el joven. Es decir, la música refuerza la ironía, pero también le quita gravedad al tema, y con ello, forma y fondo se equilibran. Ingenio del bueno.

4 comentarios:

  1. Rolotota!!, Estimado Pingüino “Subversivo”, esta canción ha sido una especie de bandera para mi, intentando ser firme en mis convicciones, aunque por distintos motivos no se puede lograr al 100%, pero creo que los Rockeros en eso nos diferenciamos un poco, ya que somos rebeldes, pensantes, aferrados y que no necesitamos los cursos que “propone” el buen Jaime.
    un abrazo!!

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  2. Igual para ti, amigo Margarito. Y comparto lo que dices: esta rola siempre me recuerda lo que no debo ser, en momentos duros, cuando uno está en medio de las consecuencias y los costos de no ceder ni corromperse (porque esos costos los hay, y gruesos)...
    Un abrazo.

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  3. "No confíes en nadie mayor de 30" decía Jerry Rubin, antes de ser 'broker' en Wall Street y entrar de lleno al sistema contra el cual se manifestó una y otra vez. Ayer precisamente, reflexionaba Víctor Roura sobre "la juventud" en su columna de El Financiero y le entra el temor de haber desperdiciado la suya. Mientras tu servidor te escribe desde una oficina del gobierno federal para celebrar la ironía siempre certera del buen Jaime.

    Saludos Pingüino.

    M.A.R.X.

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  4. Igualmente, amigo M.A.R.X. Por cierto, con lo que dices también recordé la frase de Pete Townshend en "My generation": "espero morir, antes que envejecer". Al final, se demostró que no es cuestión de edad, sino de ética, y el Townshend viejo es el mejor ejemplo...
    Un abrazo.

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