miércoles, 26 de mayo de 2010

53. CRUCIFLEXO

Letra y música: Guillermo Briseño.
Intérprete: Briseño y El séptimo aire.
Disco: Está valiendo… el corazón.



Con la primera bocanada de aire,
recordó los colores del programa,
la cola para hacerse de un boleto,
el punto para verse con la banda.

Con la bolsa de su amado pegamento
y la axila como fuelle al corazón,
se lanzó a la conquista del concierto,
él, El flexo, aguarrás y resistol.

Atracando a la mejor tlapalería,
desafiando al mandamás de la farmacia,
se metieron en el metro al aeropuerto,
y agarraron un patín de la tostada.

Se colaron por el ala del portazo,
encendidos como fuego artificial.
Invadieron territorio de bocinas.
Como apaches, empezaron a bailar.

Deslumbrado y apretándole a su chemo,
se distrajo por la furia de una rola:
se cubrió de cemento hasta los pelos,
se quedó cruciplegado a la consola.




He de confesar que no gusto demasiado de los grupos con metales. De una u otra manera, su sonido me resulta un tanto irritante, invasivo, como si inevitablemente recordara que, junto a unos teclados fresas y una sección de ritmos semipesada, esos metales terminaron creando el espantoso y tristemente célebre sonido disco. Así, ni el soul ni el funk fueron ritmos que me entusiasmaran demasiado. Pero admito que es un problema mío, que, por otro lado, no me impide reconocer las excepciones muy enriquecedoras, como Sly & the Family Stone, Otis Redding o James Brown, ni los méritos que alcanzan grupos de otro estilo en ciertos experimentos con dichos arreglos y ritmos. Ejemplos de lo último serían Got to get you into my life y Savoy truffle de los Beatles o The letter de Joe Cocker.
El rock mexicano tuvo sus momentos de gloria con grupos de metales, sobre todo en la época de Avándaro. Sin embargo, es un tipo de arreglo que no perduró. Quizá el último exponente de ese espíritu funk fue Guillermo Briseño en el disco Esta valiendo… el corazón, aunque finalmente se limitó al uso del saxofón. Sin duda alguna, la canción más lograda en ese ámbito es Cruciflexo. El recurso, un dúo de saxofones, tocados, uno, por el mejor representante del género en México (junto con la incomparable Sibila de Villa, ex Flor de metal): Octavio Espinoza, El Sopas, y el otro por Hebe Rossell. La rola se centra en el retrato del nuevo pícaro mexicano, ligado al rock: el fan marginal, el seguidor de barrio, ese escucha lumpen que entiende la música como un ritmo de fondo que acompaña al pasón, al que Alex Lora llama “la banda”, y que, para el músico más elaborado, resulta una especie de enemigo encubierto. Briseño toca otro aspecto de esta relación amor-odio entre rockero y seguidor en otra pieza del mismo disco: El botellazo. Pero en ella es la visión desde el músico. En Cruciflexo, en cambio, escoge un narrador omnisciente, que se limita a describir el ritual cuasimístico-alucinógeno del seguidor el día del concierto. Guillermo Briseño no sataniza a “la banda”. Inteligente como es, sabe diferenciar el síntoma del verdadero culpable, y la rabia no va hacia un espectador que es producto de la marginación más terrible, consecuencia de un sistema de injusticia social y vergonzosa distribución de la riqueza y las oportunidades. Pero a diferencia de Lora, tampoco cae en el facilismo paternalista, ni en la compra de esa conciencia limitada a través de darle lo que le pida, de tocarle lo que quiera o sólo lo que pueda comprender, lo fácilmente digerible. Así, Cruciflexo es un pequeño cuento, que narra el nivel de desconexión con la realidad que provoca el pasón y el deleite acrítico por el rock marginal, hasta dónde puede llegar el deterioro social. Pero la víctima no vivirá una escena densa; al contrario, el resultado final, esa estatua de cemento y distracción narcotizada, tiene mucho de risible. Briseño se ríe, pero con humor negro, porque dicha escena posee esa superficie cómica, pero con un trasfondo dramático. Y ese juego emocional que Guillermo provoca es muy atinado; seguramente deja en el escucha un mayor impacto, al terminar de reír, al estilo de los grandes cartonistas políticos mexicanos, como Rogelio Naranjo, Rafael Barajas El fisgón, Ahumada, Abel Quezada, Rius o Helguera. Sólo que aquí ese trasfondo no es político, sino social. No, en realidad la ecuación es al revés: en México esa condición social es producto de un comportamiento político también, de corrupciones, cacicazgos, derroches, etc. Por ello, Cruciflexo escoge el camino del humor, por ser más artístico, más amplio, pero también más eficaz, más trascendente en su crítica, pues se hace desde la inteligencia y el uso cuidadoso del lenguaje. Briseño se vale de la comparación principalmente en esta canción, porque es una figura literaria de golpe rápido y certero, idónea para el humor, crítico pero sutil al mismo tiempo.
El arreglo de saxofones en Cruciflexo es muy notable. La figura musical principal, una especie de vuelta infinita, una cinta de Moebius sonora y energética, imprime ese aire liviano, burlesco, que sugiere la letra. La introducción coral, en canon, casi circense, o mejor dicho, de vodevil, remarca el atrevimiento del experimento melódico, y lo hace delicioso, casi bailable, sin ser frívolo, porque uno nota el sentido satírico, juguetón, que recuerda los experimentos lúdicos de Dylan y de los Beatles (como en The continue history of Bungalow Bill, Rocky Racoon o Baby, you’re a rich man).
En resumen, Guillermo Briseño nos entrega en Cruciflexo una lección de humor fino, profundo y trascendente, envuelto en un funk digno, absolutamente preciso.

8 comentarios:

  1. Ahh!! malditos recuerdos...
    Maldigo el dia en que pude comprar este disco ( alla por los ochentas... samborns plaza satelite)...
    Gracias por el momento.

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  2. Al contrario, Pollito, gracias a ti por la visita y los comentarios.

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  3. para muestra un boton del gran talento de memo briseño,una rola muy rockera buenisima,por cierto en la estrofa que dice" invadieron territorio de los tiras",siempre me parecio que deciá "invadieron territorio de bocinas"y me lo sigue pareciendo,suena mas logico

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  4. Me sorprende lo que dices, estimado Simón. Lo voy a cotejar en estos días (estoy en un portátil en público, así que no le puedo subir al sonido en estos momentos), pero la verdad no lo creo, nunca la escuché dudando de las frases (lo que sí me ha pasado con otras rolas)...

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  5. ok mi buen pingüino, espero que lo cheques y me comentes que opinas

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  6. Tenías razón, estimado Simón, muchas gracias por señalarlo, ya lo corregí. Mucho me temo que debe haber más de estos errores en ambos blogs. Al transcribir las rolas, quedé con dudas en algunas palabras, pero francamente en este caso siempre creí que decía "de los tiras", y así lo pensé por años. Por eso, se agradecerá cualquier corrección que encuentren. Un abrazo, y gracias de nuez.

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  7. Chida rolita del buen Memo, mi fino Pingüino, y aprovecho la misma para contarte algo de mis años mozos allá por el año 77, yo era un chavo banda, los chavos banda nos vestíamos diferentes, hablábamos diferente y eso si éramos bien amistosos y para ser chavo banda, pos debías tener tu banda y no de Rock sino de cuates, camaradas, y también tenias que ser bueno pa´l trompo o al menos no rajarte, mi banda no era grande éramos 12 batos y era raro que todos nos juntarnos al mismo tiempo, en la esquina de la cuadra siempre había al menos 2 gueyes haciéndose pendejos, en esa banda no a todos les gustaba la misma música lo que si les gustaba era solo andar echando desmadre.

    Por aquellos años el Rock en español no existía solamente el “rocanrol de los idiotas” dijera el Sabina, uno escuchaba el Radio “radio capital la discoteca de la gente joven”, “la pantera 590” eran las que la rifaban y los programas eran “estudiantes 1260” “rock a la rolling” y en la pantera al mismo tiempo que los “Credence” estaban los “Beatles”, por las noches era todo un agasajo escuchar “Vibraciones” y en radio educación “el lado oscuro de la luna” con el buen Villoro.

    Los fines de semana era caerle a Tlatelolco con el locochon del Paco Gruexo que llevaba casi siempre a las mismas bandas y que todos se quejaban de que no les pagaban, era un gustazo danzar el rock, la mayoría de bandas que se presentaban casi todas tocaban covers de los Doors, Led Zeppelin, Stepenwolf, Slade, Deep Purple, danzar el “blues de la carretera”, “naci salvaje”, “baja y consíguelo”, “rock and roll”, “mujer extraña” era catártico dejar allí todo el stress de la semana (aun no conocíamos esa palabra), pero de que salimos bien sudados eso si!!

    a estos toquines denominados “Hoyos Funkys”, con mucho olor a mota, chemo, pachuli, aun no vendían cerveza como hoy, en una ocasión lleve a una novia que tenia y a mi cuñada y después del horror me cortaron.

    El buen Memo Briseño, por supuesto que no asistía, ni asistió (con su banda) pero se le agradece que invoque a esta banda locochona, viciosa y rastrera.

    Valla un saludo y un abrazo de un cuate “Banda”

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  8. Buenos recuerdos, amigo Margarito. Mi barrio de origen era bravo, y en la época de los chavos banda hervía en grupos de ellos por todos lados. Tuve varios amigos de bandas, aunque yo, de personalidad más tranquila y solitaria, nunca pertenecí a ninguna, así que vivía el rock como una experiencia personal, y no colectiva. Pero recuerdo la atmósfera de esa época tal como la describes, y con esa misma nostalgia...
    Un abrazo.

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