Letra y música: Armando Rosas.
Intérprete: Armando Rosas y La Camerata Rupestre.
Disco: Tocata, fuga y apañón.
También existe otra versión, en vivo y con arreglo inexplicablemente inferior, en otro disco de Rosas: Payola no.
Intérprete: Armando Rosas y La Camerata Rupestre.
Disco: Tocata, fuga y apañón.
También existe otra versión, en vivo y con arreglo inexplicablemente inferior, en otro disco de Rosas: Payola no.
¿Por qué te niegas a despegar?,
¿por qué te aferras a no volar?
Suéltale cuerda, y ya verás
que el papalote se elevará.
Y, ya en el cosmos, vas a notar
la diferencia que hace el volar,
y sentirás que vives de más,
y de allá arriba no bajarás.
Y si de viejo quieres volar,
tu poca práctica te va a estrellar,
la altura náuseas te va a causar,
cualquier vientito te va a espantar.
Suéltale cuerda, y ya verás;
jálale duro, hasta reventar.
El viento no te traicionará,
y el papalote despegará.
¿por qué te aferras a no volar?
Suéltale cuerda, y ya verás
que el papalote se elevará.
Y, ya en el cosmos, vas a notar
la diferencia que hace el volar,
y sentirás que vives de más,
y de allá arriba no bajarás.
Y si de viejo quieres volar,
tu poca práctica te va a estrellar,
la altura náuseas te va a causar,
cualquier vientito te va a espantar.
Suéltale cuerda, y ya verás;
jálale duro, hasta reventar.
El viento no te traicionará,
y el papalote despegará.
Como dijimos al analizar A muerte de Alain Derbez y Armando Rosas, así como en otros posts a lo largo de esta lista, la letra de canción es pariente del poema, pero no lo mismo. La gran diferencia estriba en las mayores licencias métricas, acentuales y estilísticas de la letra de canción, tanto por la limitante de la música, como por su carácter más popular, casi como una continuación del conflicto medieval entre el mester de clerecía y el mester de juglaría. Como siempre, en lugar de limitarme con la elección forzosa y absurda, yo escojo sin lugar a dudas el disfrute y la valoración de ambas expresiones artísticas. Pero en todo caso, El papalote de Armando Rosas es una muestra de que esas mayores licencias no impiden un alto nivel poético. Evidentemente, casi todas las rimas de El papalote son las llamadas rimas fáciles, es decir, entre verbos. Y las que no, son asonantes, claramente más accesibles para el autor que las consonantes. Pero esto, que en un poema sería auténtica y razonablemente criticable (las rimas fáciles, de hecho, imperdonables), en una letra de canción no sólo es válido, sino hasta poco evidente al escucharla con la música, siguiendo los sonidos, las elecciones melódicas, las ejecuciones instrumentales y vocales, y la riqueza del arreglo. Obviamente si la letra de canción consigue una versificación perfecta, de rimas novedosas y bien logradas, y aportes estilísticos ambiciosos, los resultados serán muchísimo mejores, pero esa ya sería una ganancia extra, enormemente valiosa, pero no obligatoria. De esta manera, El papalote se basa en un estilo poético más popular, pero eficaz e igualmente bello. El tropo principal de la letra es la alegoría, porque el papalote, como un nuevo Altazor de Vicente Huidobro, simboliza el espíritu humano. En este caso, el conflicto es el temor, y la canción es una invitación al atrevimiento, a la osadía. En este sentido, sugiere el espíritu beat de Kerouac, Ginsberg y Burroughs, y aun el ímpetu de Whitman. De esta manera, la canción es una nueva expresión del carpe diem grecolatino y nahua, pero también del hippie, que enfatiza a la juventud como el momento propicio de la audacia y las transformaciones. Por eso el lenguaje es más directo, más transparente, para que su fondo llegue al otro de forma inmediata. ¿Pero esto no contradice lo que hemos venido defendiendo: la búsqueda del equilibrio entre forma, fondo y emoción? No, porque la ventaja que tienen las canciones (la otra gran diferencia con el poema) es que ese equilibrio puede distribuirse entre la letra y la música, porque forman un todo. Muchas veces ese equilibrio se busca y logra en ambas partes, pero eso también depende del tema y del efecto que se quiera lograr. En el caso de El papalote, Armando Rosas escoge colocar la fuerza de su trabajo formal en la música, y que la letra tenga mayor énfasis en el fondo. La emoción, inteligentemente, está equilibrada en ambos aspectos.
Precisamente por lo anterior, la música de El papalote es sencillamente prodigiosa. En un punto máximo del rock sinfónico mexicano, el arreglo de El papalote se fundamenta en un dúo de cuerdas, cello y violín, sobre la discreta guitarra acústica arpegiada de Rosas, al más puro estilo de Dust in the wind de Kansas. La figura musical principal, de inicio, intermedio entre las estrofas y cierre, es simplemente hermosísima, de una belleza sincopada sin parangón en la historia del rock mexicano, pues si bien intentan y consiguen algo similar Lucerna Diogenis en Ausencias (con la merma del uso de teclados con voces de cuerdas en lugar de instrumentos clásicos auténticos) y sobre todo Gerardo Enciso en Vals de la muerte (con una armonía ligeramente menos diferenciada), en El papalote el espíritu clásico está más logrado, justo porque el uso de los instrumentos de cámara permite que se perciba el dúo claramente, tanto el impecable andamiaje del cello de Jorge Amador, como el delicioso control del arco y los énfasis de Javier Guillén El Paparrín en el violín. Por su parte, la melodía de El papalote es penetrante, de una dulzura muy conmovedora, algo poco común en una pieza con tónica mayor (los otros casos similares son las revisadas Iba volando otra vez de León Chávez Teixeiro y Si tuviera un corazón de Arturo Meza). Como dije, el arpegio de Armando Rosas en la guitarra acústica de concierto es más bien sutil, pero su estilo de guitarra clásica y sus bien seleccionados tonos agudos ahondan la ternura de la melodía y su espíritu clásico. Y por su lado, la voz de Rosas transita entre la suavidad y su reconocible timbre más áspero, lo que imprime a la canción el mesurado tono que deja bien claro que igual se trata de una rola de rock, sin traicionar la delicadeza del tema, la música y el arreglo. Por todo lo dicho, afirmo que El papalote de Armando Rosas y La Camerata Rupestre es la mejor canción de rock sinfónico en la historia del rock mexicano, el logro mayor en la fusión de la música culta y el rock, a la altura de piezas como The long and winding road de los Beatles o A whiter shade of pale y A salty dog de Procol Harum. Una prueba inapelable de lo enriquecedor del conocimiento musical profesional, cuando se traslada al rock, sin complejos ni prejuicios ridículos a estas alturas de la historia del arte. En ninguna otra rola aplica mejor la definición: obra maestra.
Precisamente por lo anterior, la música de El papalote es sencillamente prodigiosa. En un punto máximo del rock sinfónico mexicano, el arreglo de El papalote se fundamenta en un dúo de cuerdas, cello y violín, sobre la discreta guitarra acústica arpegiada de Rosas, al más puro estilo de Dust in the wind de Kansas. La figura musical principal, de inicio, intermedio entre las estrofas y cierre, es simplemente hermosísima, de una belleza sincopada sin parangón en la historia del rock mexicano, pues si bien intentan y consiguen algo similar Lucerna Diogenis en Ausencias (con la merma del uso de teclados con voces de cuerdas en lugar de instrumentos clásicos auténticos) y sobre todo Gerardo Enciso en Vals de la muerte (con una armonía ligeramente menos diferenciada), en El papalote el espíritu clásico está más logrado, justo porque el uso de los instrumentos de cámara permite que se perciba el dúo claramente, tanto el impecable andamiaje del cello de Jorge Amador, como el delicioso control del arco y los énfasis de Javier Guillén El Paparrín en el violín. Por su parte, la melodía de El papalote es penetrante, de una dulzura muy conmovedora, algo poco común en una pieza con tónica mayor (los otros casos similares son las revisadas Iba volando otra vez de León Chávez Teixeiro y Si tuviera un corazón de Arturo Meza). Como dije, el arpegio de Armando Rosas en la guitarra acústica de concierto es más bien sutil, pero su estilo de guitarra clásica y sus bien seleccionados tonos agudos ahondan la ternura de la melodía y su espíritu clásico. Y por su lado, la voz de Rosas transita entre la suavidad y su reconocible timbre más áspero, lo que imprime a la canción el mesurado tono que deja bien claro que igual se trata de una rola de rock, sin traicionar la delicadeza del tema, la música y el arreglo. Por todo lo dicho, afirmo que El papalote de Armando Rosas y La Camerata Rupestre es la mejor canción de rock sinfónico en la historia del rock mexicano, el logro mayor en la fusión de la música culta y el rock, a la altura de piezas como The long and winding road de los Beatles o A whiter shade of pale y A salty dog de Procol Harum. Una prueba inapelable de lo enriquecedor del conocimiento musical profesional, cuando se traslada al rock, sin complejos ni prejuicios ridículos a estas alturas de la historia del arte. En ninguna otra rola aplica mejor la definición: obra maestra.
Para mí una canción con muchos contrastes, la letra no contiene poesía de altura, pero es capaz de evocar imágenes ricas, virtud que debe poseer una canción y la melodía muy simple, en un solo plano que se repite, contrasta con el arreglo del que, después de tu análisis no tengo más que decir.
ResponderEliminarBuena rola, Estimado Pingüino pero me parece que hablando de Armando Rosas, tiene mejores canciones que hubieran quedado en este lugar, me asombra el lugar 3 que logro, pienso que “Tocata, Fuga y Apañon” es mucho mejor, o “Poeta Maldito”, aunque es solo mi apreciación y si logro este lugar es por el encarnizado examen que hiciste de todas estas canciones, la descripción que haces es para revalorizarla.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Mil gracias, amigo Margarito. Valorando mucho las canciones que señalas de Armando (sobre todo "Tocata, fuga y apañón", porque "Poeta maldito" me parece más obvia en su intención, más fácil), me parece que el arreglo de "El papalote" está a kilómetros de distancia, y como ya expliqué en la PRESENTACIÓN del blog, hay ocasiones, y esta es una de ellas, en que el arreglo es tan elevado, que sube por sí mismo la calificación de una rola. Sin duda en la letra no queda tan bien evaluada, pero como su música (en forma, fondo, emoción y arreglo) es tan contundente, el promedio final fue lo suficientemente alto como para alcanzar este puesto. Rolas más equilibradas, pero con menor nivel promedio, quedaron por debajo. En el caso de "Tocata, fuga y apañón", evidentemente la elección de un arreglo sólo a guitarra limpia, prácticamente sin figuras detacables, le bajó el promedio. Cosas del método, cuyos resultados, como dije, respeté a rajatabla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tal mi estimado pinguino, la verdad esta rola si me costo trabajo aceptarla como un tercer lugar, es buena la rola, eso nadie lo duda, pero su letra si se me hace demasiado limitada a comparacion de otras analizadas aqui, su arreglos tambien son buenos, pero al menos a mi no se me hacen superiores a rolas como la de cisne, que viene hasta el sitio 14, cosas de el metodo se dira, lo mio no deja solo de ser una apreciacion personal
ResponderEliminarTú lo has dicho, amigo Lalorock. Sólo agregaría que, además del arreglo tan definitorio de su calificación en la lista, hay que hacer mucho énfasis en la estructura melódica de la rola. Ésta permite que las armonías de violín y cello adquieran una dulzura y un vaivén increíblemente conmovedores, con una ejecución muy limpia, clara, casi líquida, y ahí la figura melódica principal es realmente cumbre, inigualable, en la máxima cercanía del rock nacional con la lógica de la música de cámara, especialmente la sonata y el adagio. Con toda su riqueza, es esto último lo que no poseen en ese nivel ni "Cisne" de la misma camerata, ni "Vals de la muerte" de Enciso, y por eso calificó tan alto. Pero como bien dices, es de apreciación, tal como la mía. No me queda sino fundamentarla lo más profundamente posible en los posts, y soltarla al jucio de los visitantes, que evidentemente sacarán sus propias conclusiones, porque de eso se trata al final...
ResponderEliminarMuchos saludos, y gracias por la divergencia.
Hola Pingüíno, desde hace tiempo quería preguntarte qué significado le das a "Quizás", de este mismo disco. Me parece una canción bellísima, poderosa, pero bastante críptica. ¡Saludos!
ResponderEliminarMil gracias, amigo Daniel.
ResponderEliminarYo no encuentro "Quizás" tan críptica, aunque debo reconocer que en una de esas se debe a que sé mucho de su origen, debido a una entrevista que le oí a Armando. En ella contaba que esta musicalización de la letra de Catana (segunda del disco) se hizo expresamente para un concurso de rolas sobre la situación de Nicaragua en esa época. No recuerdo si al final ganaron o no, pero es claro que el tema es reconocible, no sólo por las alusiones a los "contras" a la revolución, sino por la mención directa de Nicaragua. Así que el tema y tratamiento sí me resultan claros. Pero lo que sí se debe resaltar es que un pie forzado como un tema político está perfectamente desarrollado poéticamente por Catana, con el debido manejo de la elipsis y los indicios, además de una estructura aparentemente repetitiva, pero que significa mucho en sus ligeras variaciones, y que busca ocultar su fondo, al estilo de "La rosa de Hiroshima" de Vinicius de Moraes, la maravillosa "Construcción" de Chico Buarque, y tantos ejemplos de ese recurso inteligentísimo. Catana logra ocultar al máximo, para equilibrar la carga de su fondo político, lo que es un mérito estilístico impecable. Y la música de Rosas, con aires selváticos precisos mezclados con la riqueza de la música de cámara, no se queda atrás. Así que coincido: gran rola, dado el grado de dificultad de su pie forzado temático.
Muchos saludos.
¡Muchas gracias, Pingûino! Buscaré "La rosa de Hiroshima", ya me dio curiosidad. Saludos.
ResponderEliminarEstupendo, amigo Daniel. Por si te sirve, aquí está una muy buena versión de Tania Libertad: http://www.youtube.com/watch?v=Rr06AeX7qX4
ResponderEliminarUn abrazo.